Lo de la Avenida Colombia es un deseable paso vehicular por debajo y no su hundimiento. Fue propuesto hace años, de la Calle 10 hasta la Ermita, y en el Plan del Centro Global de la pasada Administración se prolongó hasta la Calle 6ª para recuperar así, aunque sin el separador central, parte del paseo concebido en 1921, el que terminaba en el Obelisco. En la versión actual, mal llamada plazoleta, lo equivocado es que sea casi sólo peatonal, pues apenas pasaría el Mio, lo que acarrearía varios inconvenientes por sus 680 ms. de longitud. De otra parte, es inexplicable que hace apenas dos semanas se radicara el proyecto en el Consejo Departamental de Patrimonio Cultural, como lo indica le ley por a estar en el área de influencia de mas de la mitad de los edificios y espacios de interés patrimonial de la ciudad, tanto de carácter nacional como local. Sus observaciones respectivas ya se han enviado al Director de Patrimonio del Ministerio de Cultura, que se basará en ellas pero quien será autónomo en sus exigencias, las que serán de obligatorio cumplimiento.
No se ha diseñado en detalle el empalme con los edificios de interés patrimonial que hay a ese lado del Centro Histórico ni con los tres puentes afectados, ni se consideró La Ermita ni la ribera del río, y no hay un plan para la eventualidad de que se encuentren restos de la arcada original del Puente Ortiz o prehispánicos. Además se perdería para los taxis y carros la tradición caleña de tener una vía paisajística a lo largo del río, y no se podría entrar ni salir del Centro por ese costado. Por eso la propuesta anterior veía conveniente sólo ampliar los andenes, hacer una ciclovía y conservar un transito lento, el que proporcionaría además control y animación para evitar el mal uso, abandono e inseguridad de un paseo hoy sin comercio alguno y casi sin peatones pues estos circulan es en la dirección opuesta, atravesando el río. Y que sería de gran ayuda cuando en nuestros inviernos cada vez mas crudos el paso subterráneo se inunde, el que por lo demás solo necesitaría tres carriles pues al ser expeditos y sin buses serían mas rápidos que los cuatro actuales de la Avenida.
Apenas hay un anteproyecto y el proyecto final depende de los contratistas de la obra, absurdo sistema que ha ocasionado muchas chambonadas como en el MIO o la Calle 26 en Bogotá, y sobre costos que deben pagar los contribuyentes. Y lo sensato es habilitar primero otras vías en dirección este-oeste, además de la Carrera 10, y completar al menos el par vial de la 25-26 a todo lo largo del corredor férreo, antes de acometer el paso subterráneo, para que su construcción no ocasione un problema de movilización que afectará no solo el Centro, y que sería muy grave si la obra se demora al afectar las cimentaciones vecinas, o se paraliza por la manera irregular como se aplicó su valorización, cobrada además por segunda vez. Es imperdonable que no se consultara la propuesta integral y por etapas del Plan del Centro Global, desde San Antonio hasta el corredor férreo, y entre el Río Cali y la Calle Quinta, realizada por la Universidad del Valle, la de San Buenaventura y la Sociedad Colombiana de Arquitectos, bajo la coordinación de la Sociedad de Mejoras Publicas de Cali.
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