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Enseñar. 09.02.2012


          Para no tener que renunciar como el profesor Jiménez de la Javeriana de Bogotá, sólo los mejores bachilleres deberían acceder a las carreras en las universidades. Los demás que aprendan algo en estudios generales, pues no saben leer y escribir  bien (J. D. Zuluaga El Espectador 19/01/2011). De otro lado, como afirma el Dr. Patiño, ex rector de la Universidad Nacional, la proliferación de escuelas de medicina ha desmejorado su enseñanza, por lo costosa, y en consecuencia su buena práctica (El Tiempo, 02/01/2012). Lo mismo pasa en arquitectura por los viajes de estudio que habría que hacer, pero sobre todo porque no hay un acuerdo en su finalidad, y graduamos cientos de “arquitectos” mal formados, lo que redunda en malas viviendas y ciudades, lo que nos afecta a todos, tanto como la demencia de las FARC.
          Aparte de manejar la geometría, en la arquitectura hay que poder sentir ambientes y ver proporciones para poder proyectar correctamente espacios que se recorren en el tiempo y contienen muebles, mediante dibujos que hay que “leer”. En ellos la incidencia de luz, por ejemplo, hay que inferirla, además de que cambia con los desplazamientos y el paso del Sol. Saber leerla en los distintos ambientes se vuelve así un asunto de experiencia, la que aun no tienen los estudiantes, pues solo se adquiere estudiando y visitando paradigmas. Y que estos sean escogidos por ser edificios seguros, contextuales con su entorno, sostenibles ecológicamente, bien iluminados y ventilados, y sin servidumbres visuales, acústicas y olfativas, eventualmente remodelables, y desde luego bellos y que produzcan emociones.
            Habría que hacer que los estudiantes pongan sombras en sus planos, por la mañana y la tarde, ya que aquí al medio día el Sol está casi vertical a lo largo del año. No ver las maquetas desde arriba, como objetos, y como poco se ven los edificios, y mas vale hacer fotomontajes con ellas en los contextos urbanos de cada ejercicio y a diferentes horas. Y ocuparse no solo de lo visual sino también de los detalles, como dice J. Pallasmaa (entrevista con A. Albeascoa, 2006). Siguiendo a Enrique Buenaventura, que enseñaba solo el teatro que investigaba (J. Vidal, El Tiempo 27/11/2011), se debería usar lo que investigan los profesores para enseñar cómo se diseña, pues ahora suelen ser temas ajenos a la proyectación, o que no se busca relacionarlos con los talleres, pese a que estos deberían sintetizar todo.
            Se repiten tópicos sin cuestionarlos pues muchos jóvenes profesores aun no han aprendido de haber construido lo que diseñan, y los de tiempo completo no pueden realizar una práctica que no es lo que se hace cuando se es bueno, sino lo que permite llegar a serlo (M. Gladwell, Fueras de serie, 2009), y los que practican poco teorizan. Mientras tanto, hay que realizar muchos ejercicios de proyectación, y mucha crítica teórica sobre sus referencias, incluyendo paradigmas locales. E investigar asuntos engañosamente sencillos, pero básicos de la vivienda, el tema principal de la arquitectura, como su iluminación y ventilación naturales y el manejo racional del agua. Es decir, buscar un canon, que es lo que se puede enseñar a los que quieran aprender. En Cali, la nueva maestría en arquitectura de la USB-C sin duda ayudará.



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