Ir al contenido principal

Ver María. 02.02.2012


La gran novela romántica de Isaacs, publicada en Santa Fe de Bogotá en 1867, sin duda es hoy de interés para los habitantes del valle del río Cauca, sobre todo para los nuevos, y las bellísimas descripciones de sus paisajes deberían ser estudiadas por arquitectos, profesores y estudiantes. Estos ya viajan a Europa o Estados Unidos pero poco conocen los paises vecinos ni, vergonzosamente, los climas, paisajes y tradiciones urbanas y arquitectónicas de su comarca. Podrían empezar viendo la reciente reimpresión de la edición de María ilustrada con fotografías de Sylvia Patiño (las anteriores se agotaron hace años), que además ha realizado otra con su primera traducción al ingles, hecha por Rollo Ogden en 1890 y completada en 2012 por José Spitzer-Uribe. Es interesante como resuenan esos panoramas al leer en otra lengua esas odas al paisaje y su papel en la vida de la gente, que Isaacs hace visible.
            “One afternoon, like those of my country, garlanded with the mist of violet colors and sudden bursts of pale golden tints, beautiful like María, lovely and transient as she was for me, she, my sister and I sat on a large stone of the slope, from which we could see to the right of the deep fertile plain, the bustling water of the river flowing, and having at our feet the silent and majestic valley,...” (Jorge Isaacs, María / A South American Romance, 1890, Cali, editorSPatino, 2012)
          Partir de un acuerdo entre el clima, el paisaje y la tradición, como recomendaba sabiamente Le Corbusier (Obra Completa,1938-46, 1955) es fundamental para lograr una arquitectura apropiada y por ende propia, con la que nos podamos identificar, enfocada a nuestros verdaderos requerimientos y no simplemente a copiar insulsas modas importadas. Lo nuestro lo es precisamente porque se basa en nuestros climas tropicales, que son varios pero todos sin estaciones, en nuestros paisajes, que son diversos, de montaña, piedemonte y planicie, y en nuestras tradiciones, que son tanto las coloniales y campesinas como las modernas, pero que nos llegaron de Brasil a mediados del siglo XX. Quien no lo entienda no puede componer proyectos arquitectónicos que valgan la pena y perduren conformando una mejor ciudad, y para entenderlos hay que estudiarlos y por consiguiente verlos y sentirlos primero.
          Y por supuesto ayuda a “ver” esos paisajes leer en María que al atardecer las plantas “exhalan sus más suaves y misteriosos aromas y en el fondo del valle arden en la sombra negra y húmeda luciérnagas fantásticas”. Ambientes que tenemos que recuperar pues aun hay aromas, nubes de colores,  guaduales, ceibas y samanes, pájaros diversos, sombras profundas y hasta luciérnagas en este valle entrañable, fértil y majestuoso: solo perdimos el silencio y quedamos en manos de la fantasía.
          Por eso tenemos que volver a tener una relación profunda con la alta cordillera que nos respalda y la amplia planicie que nos rodea, que ya envidiarían tantas ciudades, para recobrar una memoria que nos una e identifique pues, como dice Agustina Bessa-Luis, la imaginación es precaria y frágil (El campo, memoria de las artes, 2004). “¡Ah! Those who have never wept for joy as well: weep now in despair for fleeing adolescence, because nor you shall love again!” nos previene Isaacs.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasos pompeyanos. 05.02.2015

          Ya los romanos los usaban, como en Pompeya, de donde toman su nombre, para cruzar sus calles sin mancharse con la inmundicia y el barro . Pero ahora y aquí, el que se ha dicho que se hará al final del Paseo Bolívar definitivamente es un paso adelante en esta ciudad sin andenes por donde pasear y ni siquiera caminar. Decir que un semáforo allí causará trancones viales es exagerado aunque por supuesto no existirían nunca si estuviera unido con el anterior y el siguiente, generando por la Avenida 2º Norte una “ola verde”, es decir una serie de semáforos coordinados para permitir el flujo continuo del tránsito rodado sobre varias intersecciones en una misma dirección . Pero mejor seria el hundimiento de la Avenida desde el edificio Las Ceibas hasta el Conservatorio, y prolongar el puente peatonal del CAM hasta donde hoy está la Plazoleta de la caleñidad, ya propuestos por Sara María Giraldo, Heinz von Halle y el autor de esta columna en el concurso para la Manzana T´ y re

Equilibrio. 03.06.2020

En la medida en que se hace necesario prolongar el aislamiento es preciso, además de las nuevas excepciones, que se corrijan algunos desaciertos ya señalados en los medios por columnas de opinión, entrevistas e información al respecto, y considerar que la situación es diferente en cada población del país, como lo es la de muchos municipios a los que no ha llegado la pandemia y por tanto la única medida a tomar es impedirlo controlando la entrada y salida de sus habitantes. Que la información que se suministre sea completa, pertinente y debidamente documentada (y no datos inconexos que generan alarma a base de exageraciones) para que sea útil al poder compararla con la de otros países, especialmente con los que se comparten aspectos geográficos, económicos, sociales, culturales y étnicos, como Panamá, Venezuela o Ecuador de los que a excepción de lo de Guayaquil muy poco se ha informado, y casi nada del pertinente ejemplo de Costa Rica. No se ha entendido que a los adultos mayores, sano

La montaña rusa. 27.09.2001

Si; se trata de la ampliación de la Avenida de Circunvalación: una obra sin lugar a dudas torcida. ¿Es que nadie se da cuenta? Curvas que se pegan a otras curvas, en fuerte pendiente. Allí se ignoraron las mas elementales normas del diseño vial. Sus carriles desaparecen o se estrechan como si los carros fueran de caucho. Calzadas para tres carros y medio... como si   fuéramos tontos. ¿Lo somos? Por supuesto su pavimento variopinta, remendado y discontinuo no es lo de menos: ilustra la mentalidad de sus gestores, diseñadores, constructores e interventores. Y la de la opinión pública en Cali que solo se preocupa (los que se preocupan) de que este nuevo esperpento no esté ya terminado.           Para hacer semejante adefesio, financiado, junto con sus inevitables serruchos, con el dinero de los contribuyentes, se talaron muchos árboles del Parque del Acueducto, incluyendo la palma abrazada por la ceiba, y nunca se supo que pasó con los que supuestamente se trasplantaron. Con permiso d