Hacerlo antes de traer las bestias fue decir año tras año que la Circunvalación estaría lista para la siguiente Feria, que se terminaría la Petar, que se cerraría el basuro de Navarro o que con toda seguridad el Mio funcionaría para el fin de cada uno de los últimos años. Y ahora lamentablemente lo repetimos con el Parque del agua, al que la única explicación de su tan amplia difusión en los medios, antes de que se cumplan los tramites para su aprobación, es querer imponerlo como sea en el Parque del Acueducto, al que contra toda evidencia se considera “sub utilizado”, y pese a que se “entiendan” las razones para no hacerlo allí. El problema es que este parque es patrimonio de la ciudad y está en el área de influencia de la capilla de San Antonio, propuesta como Monumento Nacional (Resolución 002 12-III-1982). Por lo tanto hay que cumplir primero leyes y normas (o proceder a modificarlas), pero no darlo por hecho ni recurrir a la autoridad de Rogelio Salmona quien nada pudo saber del desarrollo final del proyecto.
Sin duda que algo tan didáctico seria beneficioso para Cali. Pero hacerlo interviniendo radicalmente un “Jardín Histórico”, que es precisamente como es considerado el Parque del Acueducto dentro de los bienes patrimoniales de la ciudad, razón por la cual se lo protege mediante la Ley, es un despropósito. Como lo fue que no se consideraran primero sus limitaciones y las normas vigentes, por que desde luego no se trata de una intervención mínima en el parque, que es lo único que se puede hacer con un bien patrimonial Tipo 4, si no de realizar un ambicioso proyecto, que busca para Cali el “efecto Bilbao”. Y no tendría sentido disminuir considerablemente el diseño del arquitecto Harold Martínez, para poder hacerlo en allí, pero si lo tendría el modificarlo parcialmente para poder localizarlo en otra parte en donde por lo demás estaría mucho mejor. Como en el sitio ya propuesto en esta columna, entre el Zoológico y el Jardín Botánico, junto al Rió Cali. Justamente en donde primero se tomaron las aguas para generar energía para la ciudad y las de su primer acueducto.
El asunto es esa idea, arraigada aquí desde los Juegos Panamericanos, de “cambiarle la cara” a Cali, por lo que preferimos reemplazar a agregar, que es como se construyeron las ciudades mas bellas. Así lo hicieron los Reyes Católicos en la Alhambra y Carlos V al menos hizo levantar su discutido palacio al lado y no encima de los maravillosos palacios nazaríes. Pero desde luego siempre se ha demolido mucho de lo viejo para poder hacer algo de lo nuevo, como el Barón Haussmann en París, pero rara vez son espacios y edificios significativos, que por serlo son parte no solo de lo viejo si no también de lo nuevo, y usualmente lo que reemplazó lo demolido es superior. La excepción son los símbolos que se quieren destruir, como los persas con la Acrópolis, por lo que de inmediato Pericles hizo reconstruir el templo de Atenea el doble de grande, o como ahora con las Torres Gemelas. Lo que no es común es que no se elimine totalmente algo si no que se lo transforme al punto de volverlo otra cosa ya desfigurada. Justamente lo que venimos haciendo en Cali desde 1971 mientras nos siguen poniendo bombas.
Comentarios
Publicar un comentario