El espacio urbano es el conformado por los edificios, y por lo
tanto parte de su arquitectura, pero igual puede ser su interior principalmente
en su primer piso. Puede ser privado como los jardines, o público como calles,
esquinas, avenidas, plazas y parques, cuyo uso siempre es público, como
igualmente lo es el de las explanadas y zonas verdes aunque no sean conformadas
por edificios sino fundamentalmente por su suelo. Todo esto se entiende
claramente recordando el plano de Giambattista Nolli, que no solo documenta las
calles, plazas y otros espacios urbanos de la Roma de mediados del siglo XVIII,
sino que incluye los interiores de las plantas bajas de cientos de edificios,
poniendo en blanco y negro la ciudad toda.
Es la primera conclusión que se puede sacar de la 1ª Bienal de
Espacio Público de Bogotá, organizada por la Alcaldía Distrital y la Sociedad
Colombiana de Arquitectos Bogotá D. C. Cundinamarca. De ahí la importancia de
la publicación de los casi 50 trabajos presentados recomendada por el Jurado, y
ojalá acompañada por las conferencias previas al evento de proclamación el
pasado martes 27 de Agosto. Sería de gran utilidad para otras ciudades del país
en las que las actuales condiciones de su espacio urbano público son
lamentables, como lo es al extremo el caso de Cali, una ciudad que pretende
serlo sin andenes, al punto de que en muchas partes los peatones tienen que
caminar por las calzadas poniendo en riesgo su vida.
La segunda conclusión es la perentoria necesidad de que se “vea”
el aspecto público que representan las fachadas de los edificios que dan al
espacio urbano público que conforman y lo mismo sus antejardines, y desde luego
los primeros pisos, como acertadamente insistió el Alcalde Peñalosa en su
intervención el día de la divulgación de los ganadores de la mencionada Bienal.
Que arquitectos y propietarios entiendan que con “sus” fachadas a los espacios
urbanos públicos no pueden hacer lo que se le de la gana a cada uno de ellos, y
que ciudadanos y funcionarios se enteren de lo que esto representa en términos
de convivencia y hasta de seguridad, poniendo en claro la ciudad en tanto
volumen construido y espacio social de encuentro.
La tercera conclusión es que los arquitectos tienen que entender
la pertinencia de lo sobrio en nuestra tradición urbana de origen
hispanomusulmán, lamentablemente ausente en muchos de los trabajos presentados,
como igual lo manifestó el Jurado de la Bienal, para no caer en la tentación
del “espectáculo” al proyectar el edificio ignorando el espacio urbano. Tienen
que recordar que desde el siglo IV a.EC. ya avisaba el Oráculo de Delfos que “nada en exceso” y
que ya en el siglo XX Alvar Aalto (1898-1976) advirtió que “lo innecesario se
vuelve feo”, por lo que el famoso ingeniero aeronáutico “Kelly”
Johnson (1910-1990) les hubiera gritado “Keep It Simple, Stupid” (KISS). Es
entender la ciudad como llenos y vanos.
En conclusión, hay que reunir de nuevo arquitectura y diseño
urbano, y entender que cuando se proyecta un edificio en una ciudad al mismo
tiempo se está completando una parte de la misma. Así tendrían que ser las
centralidades peatonales que deberían presidir las nuevas localidades de Cali
Distrito Especial, unidas por un corredor vial entre las Calles 25 y 26, como
lo ha propuesto un grupo de profesionales adjunto a la SMP, no excluyente como
los anteriores proyectos al respecto, sino integrando tren, autopista urbana,
par vial, andenes arborizados, pórticos corridos y una alameda múltiple, que
generaría un nuevo eje urbano y regional para Cali, entre Yumbo y Jamundí; es
decir, más espacio público y encuentro social.
Comentarios
Publicar un comentario