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¿La 26 caleña? 18.02.2010

En varias oportunidades se ha insistido en esta columna sobre la conveniencia, para la calidad de vida en Cali, que los cruces viales a desnivel sean subterráneos, como los que se hicieron hace muchas décadas en todos los cruces del ferrocarril dentro del área urbana de la ciudad (pese a que a veces se inundan por falta de mantenimiento), y no mediante aparatosos viaductos y puentes peatonales que no pueden usar los que mas los necesitan. Es justo el caso del hundimiento propuesto de la Avenida Colombia, pero el problema es que está al frente del Edificio Pielroja, La Ermita, el Teatro Isaacs, el Puente Ortiz y el Puente España, y también en el área de influencia de la Plaza de Caicedo y el CAM, que son patrimonios nacionales, departamentales o municipales,  por lo que su diseño debe ser avalado por el Comité de Patrimonio de Cali, el Consejo de Patrimonio del Departamento y el Consejo de Monumentos Nacionales, y por supuesto por el Dagma porque está al lado del Parque Uribe Uribe, tramites que aun no se han realizado, como si se los quisieran brincar.
            Pero además el túnel propuesto no se debería inundar nunca, como pasa con cualquier aguacero duro a escasas cuadras arriba, en la Calle Quinta, por lo que tendría que ser también consultado con la Asociación de Ingenieros del Valle para que todos, incluyendo a la Negra Nieves, que ya se percató del peligro, quedemos tranquilos. Y lo mismo pasa con su muy extensa e innecesaria plazoleta que debería ser cruzada por carros y taxis y que así puedan entrar al Centro de la ciudad, cuyo su diseño es clave para que no sea fácilmente invadida por  vendedores, como pasa vergonzosamente con todas sus calles, cada vez mas con menos control. En este sentido el proyecto debería estar atento a las muchas observaciones que sin duda se le harían en la Sociedad Colombiana de Arquitectos y las facultades de arquitectura locales. Y también está nada menos que el asunto del Río Cali, al que pretenden canalizar “organizando sus piedras”, ignorando que constituye, con nuestros dos abandonados cerros, nuestro mas importante símbolo y patrimonio, por lo que no se lo debe alterar así no mas.
            El proyecto ha debido ser un concurso público, como hace años cuando se propuso el hundimiento, y no a dedo como de nuevo ocurrió, pues ya se había hecho otro proyecto también a dedo. Es lamentable que el sitio mas importante de la ciudad, desde el punto de vista urbano y patrimonial, sea tratado como una obra mas. Y es inaceptable que los caleños y nuestras organismos oficiales de protección del patrimonio, gremios de la arquitectura e ingeniería, y académicos, no podamos conocer el proyecto completo, seriamente, pero si que todos tengamos que pagarlo por segunda vez. Y claro, aun falta su construcción, la que en casos como este sí que depende de lo acertado del diseño y no apenas de la experiencia de los contratistas, a los que para peor de males  se los deja modificarlos para su conveniencia, como continúa ocurriendo con las obras del MIO. No debemos permitir que este significativo proyecto para Cali termine como la 26 en Bogotá, aunque lo tenga que inaugurar el próximo Alcalde que, al contrario de los presidentes, si deberían ser reelegibles para que no improvisen.

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