Ir al contenido principal

La luz difícil. 06.10.2011

            Varios críticos, comentaristas y columnistas han coincidido en decir que la última novela de Tomás Gonzáles es excepcional. También otro nos dice que alguien a dicho que hay secretos de la literatura colombiana mejor guardados y sin duda es así, pues, por ejemplo, casi nadie ha podido leer la novela Oh gloria inmarcesible  de Raúl Jaramillo Panesso, tan buena que parece de mentiras. Pero las suyas son en realidad tan verdaderas como las de El ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez, que de cierta manera completa una trilogía que nadie se propuso por supuesto. Solo falta que Harold Alvarado Tenorio argumente que es un bodrio o nos explique por qué nos ha gustado tanto, lo que sería mas interesante.
            Lo que no se ha dicho hasta ahora, y que en este país de ciegos a pocos les interesará, es que parece diseñada de la misma manera como se proyecta un edificio excepcional. Es un largo recorrido, en este caso por la muerte, pero acodado por la vida, como lo suelen ser  en la arquitectura de tradición  hispanomusulmana y en consecuencia los de nuestra arquitectura colonial, llenos de sorpresas que se intuyen antes y después en la oscuridad de la noche o a plena luz del día, con lo que se llega al teatro griego, en el que se sabe que va a pasar y lo importante es cómo, solo que en La luz difícil eso tampoco es seguro. Es como recorrer La Alhambra leyendo al tiempo algún cuento de Washington Irvin que suceda en la Torre de las Infantas por ejemplo, o por lo contrario simplemente María que ya sabemos que tiene que morir.
            En la segunda o tercera página de la novela de Gonzáles se anuncia escuetamente algo terrible y sin lugar a dudas pero que parece un error y que solo en la última se comprueba que sí es la muerte que estábamos intuyendo a través de la penumbra. Y entre esa entrada y esa salida se vive en varias épocas y ciudades como sucede con la gran arquitectura que no se queda en el pasado sino que se experimenta en el presente. Se habla mucho de la muerte y todo el mundo se muere o se va a morir pero es una historia de vida, amor y de erotismo, que lo es mucho en la medida en que las pocas alusiones al sexo son tiernas, sencillas y cotidianas. De amor al amor, a la amistad, a la vida, la bondad y la belleza y desde luego a la verdad, que como lo escribió John Keats es bella.
            El protagonista, que cuenta la muerte de su hijo y apenas menciona pero con mucho amor la de su mujer amada, y la vida de su otro hijo y de las insólitas novias de ellos, y la de sus amigos de verdad y otros compañeros de infortunio y la de su gato por supuesto, bien podría haber sido un arquitecto y no un pintor. Un Gastón Lelarge, aprendiz de Charles Garnier en la Opera de París, con su vida como de novela pero para quien de último estaba el mar, a donde se fue a morir. En Cartagena dejó una, Parole donnée, el Club  Cartagena y esa apuntada cúpula de San Pedro Claver, que tanto critica el fotógrafo y arquitecto restaurador Germán Téllez, y no sin razón, pero que es un hito en el horizonte de la bahía vista desde la Casa de Huéspedes Ilustres de Colombia de Rogelio Salmona, en donde el manejo de la luz en la arquitectura parece engañosamente tan fácil.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El estado de la cuestión. 21.02.2024

 Se trata de la base teórica sobre la que se sustenta un escrito, o que se rebate en su desarrollo posterior, y que forma parte del mismo. Pero si bien es lo ético en una columna de opinión, debería ser obligatorio en toda propuesta para la ciudad, lo que no suele suceder en Cali en donde cada cuatro años cada nuevo Gobierno Municipal simplemente ignora las propuestas de los anteriores e improvisa otras. Es lo que ahora hay que evitar en el caso del interés actual por el Centro de la ciudad o la propuesta para el Tren de cercanías, la que primero que todo se debería sustentar en la conformación del Área Metropolitana de la ciudad a partir de la que de hecho ya existe. El Área Metropolitana es la que engloba una ciudad principal (la metrópolis) que le da su nombre, y una serie de ciudades dormitorio, industriales, comerciales o de servicios (Wikipedia). Por eso la de Cali no se debe confundir con la región de ciudades del valle alto del rio Cauca, que se extiende de la Virginia a Santan

Viaje a la arquitectura

  Recorriendo su bello país de la mano de José Saramago (Azinhaga, Portugal 1922-2010 Tías, Las Palmas, España, Premio Nobel de Literatura de 1989) de octubre de 1979 a julio de 1980, es muy grato encontrar a lo largo de Viaje a Portugal, 2022, más de 726 páginas de comidas, bebidas, gentes, paisajes, plazas y parques. Y capillas, iglesias, palacios, castillos y murallas -17 declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- la gran mayoría muy interesantes para entender, con las palabras de Saramago, en qué consiste lo emocionante que pueden ser, y por qué “la utilidad no es incompatible con la belleza” (p. 450) y que “la arquitectura, sólo por sí, puede hacer feliz a un hombre” (p. 439). Escribiendo sobre la iglesia del Senhor Bom Jesus, en Matosinhos, dice Saramago que su arquitecto, Nicolau Nasoni (San Giovani, Valdarno, Italia 1691-1773 Oporto, Portugal) supo “entender los misterios del granito lusitano, darles espacio para llegar mejor a los ojos, alternando lo oscuro de la pie

‘La mansión’. 01.07.2020

Los ‘tiempos gloriosos’ de la casa solariega de la aristocrática familia Von Dranitz en el Este de Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial, es como Anne Jacobs subtitula a propósito su novela de 2017, pese a que se desarrolla mucho más en los que no lo fueron para nada durante la guerra y después hasta la reunificación de Alemania en 1989. Largos y diferentes tiempos que sin embargo recuerdan siempre ‘La arquitectura del poder’ (como titula Deyan Sudjic su libro de 2005 sobre este tema) comenzando por la portada de la edición en español de ‘La mansión’ que sin querer queriendo muestra un palacete como símbolo de una heredad en lugar de una gran casa señorial en el campo. Además uno de sus personajes, el joven Kacpar Woronsky, es el retrato de la apasionada relación de todo arquitecto que lo sea de verdad con su oficio/arte y sus clientes/mecenas. Hacia “planos, vistas laterales, la perspectiva delantera de un edificio ultramoderno [y] sus ideas eran originales, a veces alocadas, pe