Que maravilla que Cali pudiera estar activa 24 horas, como propone el Comandante de la Policía, y que todos los usos del suelo fueran permitidos en todas partes, para que todos pudiéramos disfrutar de su animación urbana ininterrumpidamente, caminándola agradablemente o trasportándonos rápido de un lugar a otro. Como en una ciudad de verdad, como muchas en Europa y América, sobre todo en el verano. Y Cali además podría serlo todo el año: la sucursal del cielo, otra vez, porque hace medio siglo casi lo fue. Solo se precisa una permanente, intensa y constante educación ciudadana por muchos años, con la contribución de colegios, universidades, periódicos y televisión. Similar a la del “bobo vivo” pero muchísimo mas larga y amplia. Y por supuesto el control efectivo y a toda hora de la delincuencia común, las infracciones y consumo de alcohol y drogas de los conductores, y el estacionamiento de los carros en todas las calles, por parte de una policía municipal, enérgica pero amigable, y el incremento progresivo de multas, restricciones y penas para los reincidentes.
Y no habría ningún problema en que en todas partes se permitieran todos los usos. Apenas se necesitaría un control real de la contaminación, ruido, estacionamientos, carga y descargue y avisos que generen, y desde luego seria indispensable su aprobación por todos los vecinos afectados. Los primeros pisos de los cascos históricos de las ciudades de verdad suelen tener almacenes, pequeños talleres y bares y restaurantes en muchas de sus calles, los que son primordialmente para sus vecinos, precisamente. Por supuesto habría que hacer mas pequeños parques de barrio, densificar la ciudad, sin edificios codiciosamente altos, y dotarla de un muy buen transporte publico integrado. También habría que conformar su área metropolitana, comenzando por Yumbo y Jamundí, y diferenciar su casco central de sus ensanches y especialmente de sus suburbios, en los que habría que planificar sus sub centros para que sean una suma urbana de buena arquitectura, que hagan de toda la ciudad una obra de arte colectivo como debe serlo todo verdadero paraíso.
Pero no basta con un buen comportamiento cívico y un adecuado uso del suelo. Hay que entender que la movilidad urbana comienza por hacer andenes amplios, llanos, bien arborizados y con sardineles adecuados (como se ha insistido en esta columna), y con el uso masivo de bicicletas, y que se puedan embarcar en un tren de cercanías a Palmira, Cartago y Santander de Quilichao, alimentado por el Mio y el resto del transporte privado existente. Y que habría que estandarizar los taxis, limitar su numero y estacionarlos en sitios estratégicos. Solo hay saber que hacer y como, y tener voluntad, perseverancia y tiempo. Mientras no se puedan reelegir los alcaldes, junto con una bancada en el Concejo, seguiremos haciendo costosísimas vías incompletas y puentes innecesarios, “policías acostados” que pronto se remueven, inútiles puentes peatonales, Míos equivocados, apartadas universidades y centros de eventos, demagogia con el fútbol y la salsa, y construyendo en parques y ejidos. Y botando agua potable y energía mientras hacemos felices lo que nos da la gana pero apenas hasta las 3am.
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