Los
bienes inmuebles de interés cultural (BIC) no solo deben ser los edificios
considerados así por su valor histórico o arquitectónico, sino también ciertos
entornos urbanos, cuya homogeneidad les da identidad y belleza mas allá de la
calidad de cada uno de sus componentes, y no apenas las pequeñas “áreas de
influencia” de algún BIC. Y aun cuando sí se reconocen como tales algunos
barrios coloniales como La Candelaria, o del siglo XX como la Merced, en
Bogotá, ya consagrados por los años, o de tradición colonial como San Antonio,
en Cali, y desde luego los centros históricos, como Cartagena, no existen
regulaciones ni interés por conservar la unidad formal y mucho menos los usos del
suelo iniciales de los nuevos barrios de las ciudades. Estos sistemáticamente quedan a merced de los
especuladores urbanos e inmobiliarios que demuelen construcciones de escasos
años para sustituirlas con una arquitectura varias veces más alta, lo que destruye
de entrada su imagen anterior, o que remozan para ponerlos a la penúltima moda. Como lamentablemente en Unicentro en Cali.
O
el caso del edificio Chico Oriental, al norte de Bogotá, que era de ladrillo
visto, y que El Tiempo destacó en días pasados (27/11/2011), como un “ejemplo”
de renovación, en un artículo sin firma pero con fotos promocionales mas que
ilustrativas. El ladrillo a la vista identifica la mejor arquitectura de Bogotá
durante la segunda mitad del siglo XX, como lo son casi todas de las
construcciones de Rogelio Salmona en la ciudad, y es lo que le da unidad a sus
nuevos barrios del norte, y a la ciudad misma, casi toda edificada en el mismo
material, incluyendo la arquitectura popular del sur. Las Torres del Parque,
sin duda la mas destacada obra de Salmona y reconocida internacionalmente, es
un bien de interés cultural de nivel nacional, cuyo valor radica en buena parte
en el entendimiento de su contexto urbano, incluyendo los cerros y el uso del
ladrillo visto. Basta imaginarlas repelladas y pintadas de gris muy claro y con
"toques" de naranja a la moda para entender el asunto, pero por las
mismas razones es lícito pensar en la antigua FES, en Cali, pintada de blanco.
Lamentablemente la “arquitectura” que publica con gran despliegue
la prensa es la financiada por vendedores de muebles y materiales de
construcción, empresas inmobiliarias e incluso por los mismos arquitectos, en
este caso como un “ejemplo de renovación en El Chico”. Y de la mano de medias
verdades como que “contrario a lo que sucede en otros países, en Colombia las
edificaciones construidas hace veinte o treinta años son menospreciadas” lo que
si bien es cierto es precisamente lo que hizo el arquitecto con el edificio de
marras al ignorar el entorno de ladrillo visto en el que intervino
supuestamente buscando “la valorización del patrimonio”. Claro, la valorización
de una inversión económica privada -el edificio-, pero no al tiempo la puesta
en valor del patrimonio cultural público -la ciudad-, que por supuesto no tienen
porque ser incompatibles. Lo que no entendemos en Cali, en donde quieren sacar
a San Antonio del “centro histórico” pese a que es lo único que queda de él,
pues salvo la Merced, San Francisco, la Torre Mudéjar, un par de casas y su
trazado, demolimos todo.
Comentarios
Publicar un comentario