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Los BIC. 26.01.2012


            Los bienes inmuebles de interés cultural (BIC) no solo deben ser los edificios considerados así por su valor histórico o arquitectónico, sino también ciertos entornos urbanos, cuya homogeneidad les da identidad y belleza mas allá de la calidad de cada uno de sus componentes, y no apenas las pequeñas “áreas de influencia” de algún BIC. Y aun cuando sí se reconocen como tales algunos barrios coloniales como La Candelaria, o del siglo XX como la Merced, en Bogotá, ya consagrados por los años, o de tradición colonial como San Antonio, en Cali, y desde luego los centros históricos, como Cartagena, no existen regulaciones ni interés por conservar la unidad formal y mucho menos los usos del suelo iniciales de los nuevos barrios de las ciudades.  Estos sistemáticamente quedan a merced de los especuladores urbanos e inmobiliarios que demuelen construcciones de escasos años para sustituirlas con una arquitectura varias veces más alta, lo que destruye de entrada su imagen anterior, o que remozan para ponerlos a la penúltima moda. Como lamentablemente en Unicentro en Cali.
            O el caso del edificio Chico Oriental, al norte de Bogotá, que era de ladrillo visto, y que El Tiempo destacó en días pasados (27/11/2011), como un “ejemplo” de renovación, en un artículo sin firma pero con fotos promocionales mas que ilustrativas. El ladrillo a la vista identifica la mejor arquitectura de Bogotá durante la segunda mitad del siglo XX, como lo son casi todas de las construcciones de Rogelio Salmona en la ciudad, y es lo que le da unidad a sus nuevos barrios del norte, y a la ciudad misma, casi toda edificada en el mismo material, incluyendo la arquitectura popular del sur. Las Torres del Parque, sin duda la mas destacada obra de Salmona y reconocida internacionalmente, es un bien de interés cultural de nivel nacional, cuyo valor radica en buena parte en el entendimiento de su contexto urbano, incluyendo los cerros y el uso del ladrillo visto. Basta imaginarlas repelladas y pintadas de gris muy claro y con "toques" de naranja a la moda para entender el asunto, pero por las mismas razones es lícito pensar en la antigua FES, en Cali, pintada de blanco.
            Lamentablemente la “arquitectura” que publica con gran despliegue la prensa es la financiada por vendedores de muebles y materiales de construcción, empresas inmobiliarias e incluso por los mismos arquitectos, en este caso como un “ejemplo de renovación en El Chico”. Y de la mano de medias verdades como que “contrario a lo que sucede en otros países, en Colombia las edificaciones construidas hace veinte o treinta años son menospreciadas” lo que si bien es cierto es precisamente lo que hizo el arquitecto con el edificio de marras al ignorar el entorno de ladrillo visto en el que intervino supuestamente buscando “la valorización del patrimonio”. Claro, la valorización de una inversión económica privada -el edificio-, pero no al tiempo la puesta en valor del patrimonio cultural público -la ciudad-, que por supuesto no tienen porque ser incompatibles. Lo que no entendemos en Cali, en donde quieren sacar a San Antonio del “centro histórico” pese a que es lo único que queda de él, pues salvo la Merced, San Francisco, la Torre Mudéjar, un par de casas y su trazado, demolimos todo.

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