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Revitalización. 19.01.2012


Como dice Petro hablando de lo que propone para Bogotá (Semana, 09/01/2012), la revitalización incluye a la gente que ya habita en el sector a intervenir, mientras que la renovación implica su desplazamiento. Pero además, los grandes planes de renovación urbana difícilmente se concretan, o se quedan a medias, con el resultado de que se demuele lo construido, incluso edificios de valor patrimonial, pero nunca se termina de hacer lo nuevo. Una interesante excepción es el Centro Internacional de Bogotá, pues no obedeció a un “plan de renovación” sino a la sensatez de los arquitectos que hicieron sus varios proyectos considerando los que ya se habían realizado, comenzando por el Hotel Tequendama; es decir, todo un proceso progresivo de revitalización del sector que había ocupado la antigua Escuela Militar.
            En Cali, por lo contrario, se demolió  mucho de su centro tradicional para los Panamericanos de 1971 en lugar de continuar revitalizando lo que se había comenzado a hacer en la primera mitad del siglo XX. Y los sucesivos planes de renovación urbana posteriores nunca se completaron, resultando el caos actual. Casi nunca se consideró lo propuesto antes, y muchos buscaban era “cambiarle la cara a la ciudad” tópico que obsesiona a los caleños.  Pero lo que si facilitaron fue hacer grandes negocios con el suelo urbano y la construcción de infraestructura vial sin un planeamiento integral, principalmente puentes, pues los adoramos, que después se demuelen para hacer otros nuevos. De otro lado, la construcción de viviendas en serie fue en  muchos casos una simple operación de lavado de dineros del narcotráfico.
            La revitalización, por lo contrario, permite inversiones puntuales muy efectivas que no paralizan las ciudades, como lamentablemente acabamos de ver en Bogotá y Cali,  pero que permiten la densificación utilizando la infraestructura vial y de servicios existente, mejorándola si es del caso, y generando fuentes de trabajo no dependientes de la corrupción de los grandes contratistas. También implica que los proyectos se hagan primero que todo en los muchos lotes que hay, que se pueden construir en lugar de extender la ciudad mas, y en los edificios abandonados, que se deberían expropiar, o en los subutilizados o deteriorados, que se pueden remodelar y reforzar para volverlos sismo resistentes, como ya se ha hecho con varios en Cali, en lugar de demolerlos con la disculpa de que están en “mal estado”.
            Pero por supuesto la revitalización hay que pensarla integralmente para la ciudad y su región, estableciendo prioridades. Por ejemplo en Cali lo urgente es revitalizar su centro tradicional, construyendo vivienda en los lotes del estado, como el del Sena, pero igualmente en terrenos privados, como el de la Avenida Colombia entre 10 y 11, para nombrar apenas uno de los varios que hay, y proceder a la remodelación de los edificios abandonados, y al tiempo regularizar las calzadas de sus calles para ampliar y arborizar sus andenes, y construir parqueaderos públicos debajo de la Plaza de Caicedo y de la de San Francisco. Pero también completar su equipamiento urbano, con un extenso complejo de eventos múltiples en la antigua Fábrica de Licores y  un gran parque en la Base Aérea, ambos de carácter regional.


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