De todos los medios para moverse en las ciudades,
el primero y principal son sus andenes, como se llaman aquí, pues siempre se
comienza y termina caminando para usar una bicicleta, una moto, un carro, un
taxi, un bus, un tren, o un coche en Palmira, un helicóptero en Nueva York o un
“vaporetto” en Venecia. Pero estas
superficies pavimentadas a los lados de las calles, junto al paramento de las
casas, igualmente sirven, en cuanto espacio público, para otras actividades sociales, comerciales o culturales.
Y ahí comienzan sus muchos y vergonzosos problemas
en Cali, pues son muy estrechos y cualquier otro uso que se de en ellos
dificulta la circulación de los peatones, sobre todo cuando descaradamente se
estacionan carros allí, obligando a que los peatones se bajen a las calzadas,
siendo, hay que repetirlo una vez mas, la mayor causa de muertes en los
accidentes de tránsito junto con las motos; no es sino oír el ruido permanente
de las sirenas de las ambulancias que se los disputan.
Igualmente, como también ya se ha dicho en esta columna, sus
permanentes cambios de nivel y textura, rampas demasiado pendientes, postes y
bolardos mal ubicados, puertas de rejas
y garajes que abren hacia afuera, y los techos de las casetas instaladas en
medio de ellos, también hacen que la gente se tenga que bajar a las calzadas. Y los ancianos y personas con movilidad
reducida simplemente no los pueden usar, lo que hace inútil poner ascensores en
los puentes peatonales pues no pueden llegar a ellos.
Así
las cosas, sorprende que el derecho constitucional de los caleños a circular segura,
eficiente y cómodamente por andenes amplios, llanos, regulares, continuos, sin
obstáculos y arborizados, no sea la primera propuesta de alguno de los
candidatos a la alcaldía, o al menos una de sus propuestas, y eso que ya hay
nada menos que 21 aspirantes, de todos los pelambres imaginables, y cada día
hay uno nuevo, o, mejor dicho, otro.
Ninguno
propone regularizar los andenes y sumarles los espacios sobrantes de las calles
y no a las calzadas, como se hace absurdamente hace muchos años, en donde son
inútiles pues su capacidad está determinada es por su ancho mínimo en el
trayecto, su “cuello de botella”, y por lo contrario el orden que se daría a la
circulación, junto con semáforos que se sincronicen automáticamente
(inteligentes), aumentaría su eficiencia.
También
hay que establecer normas para el diseño (hoy no son apropiadas o no se
cumplen), construcción, uso y mantenimiento de los andenes por parte del
Municipio y no de los propietarios de los inmuebles que hacen con ellos lo que
se les da la gana. Estimular a los peatones a que demanden a los propietarios
que por no cumplirlas les causen daño o les impidan la libre circulación; y a
entutelar a las autoridades que no las hagan cumplir y no multen a los carros
que invaden los andenes.
Sin embargo no debe sorprender que nada se hará ahora, pero para que
se realice algún día es necesario seguir hablando del tema, pues devolverle las
calles a la gente es un problema de educación y como dice el Dr. Ciro Jaramillo
de Univalle “todos estamos aprendiendo”. Debería ser un programa de gobierno el
crear conciencia entre los ciudadanos de que la ciudad es para la gente y en
consecuencia los andenes para los peatones, y no resignarse a la realidad que
les tocó.
Comentarios
Publicar un comentario