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Más andenes. 19.02.2015


De todos los medios para moverse en las ciudades, el primero y principal son sus andenes, como se llaman aquí, pues siempre se comienza y termina caminando para usar una bicicleta, una moto, un carro, un taxi, un bus, un tren, o un coche en Palmira, un helicóptero en Nueva York o un “vaporetto” en Venecia. Pero estas superficies pavimentadas a los lados de las calles, junto al paramento de las casas, igualmente sirven, en cuanto espacio público, para otras actividades sociales, comerciales o culturales.
Y ahí comienzan sus muchos y vergonzosos problemas en Cali, pues son muy estrechos y cualquier otro uso que se de en ellos dificulta la circulación de los peatones, sobre todo cuando descaradamente se estacionan carros allí, obligando a que los peatones se bajen a las calzadas, siendo, hay que repetirlo una vez mas, la mayor causa de muertes en los accidentes de tránsito junto con las motos; no es sino oír el ruido permanente de las sirenas de las ambulancias que se los disputan.
Igualmente, como también ya se ha dicho en esta columna, sus permanentes cambios de nivel y textura, rampas demasiado pendientes, postes y bolardos mal ubicados,  puertas de rejas y garajes que abren hacia afuera, y los techos de las casetas instaladas en medio de ellos, también hacen que la gente se tenga que bajar a las calzadas. Y los ancianos y personas con movilidad reducida simplemente no los pueden usar, lo que hace inútil poner ascensores en los puentes peatonales pues no pueden llegar a ellos.
          Así las cosas, sorprende que el derecho constitucional de los caleños a circular segura, eficiente y cómodamente por andenes amplios, llanos, regulares, continuos, sin obstáculos y arborizados, no sea la primera propuesta de alguno de los candidatos a la alcaldía, o al menos una de sus propuestas, y eso que ya hay nada menos que 21 aspirantes, de todos los pelambres imaginables, y cada día hay uno nuevo, o, mejor dicho, otro.
          Ninguno propone regularizar los andenes y sumarles los espacios sobrantes de las calles y no a las calzadas, como se hace absurdamente hace muchos años, en donde son inútiles pues su capacidad está determinada es por su ancho mínimo en el trayecto, su “cuello de botella”, y por lo contrario el orden que se daría a la circulación, junto con semáforos que se sincronicen automáticamente (inteligentes), aumentaría su eficiencia.
          También hay que establecer normas para el diseño (hoy no son apropiadas o no se cumplen), construcción, uso y mantenimiento de los andenes por parte del Municipio y no de los propietarios de los inmuebles que hacen con ellos lo que se les da la gana. Estimular a los peatones a que demanden a los propietarios que por no cumplirlas les causen daño o les impidan la libre circulación; y a entutelar a las autoridades que no las hagan cumplir y no multen a los carros que invaden los andenes.
Sin embargo no debe sorprender que nada se hará ahora, pero para que se realice algún día es necesario seguir hablando del tema, pues devolverle las calles a la gente es un problema de educación y como dice el Dr. Ciro Jaramillo de Univalle “todos estamos aprendiendo”. Debería ser un programa de gobierno el crear conciencia entre los ciudadanos de que la ciudad es para la gente y en consecuencia los andenes para los peatones, y no resignarse a la realidad que les tocó.


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