Jueves 29 de Noviembre, 7 p.m., Sala Beethoven, Cali. Un director serio,
discreto y eficiente, Jorge Mario Uribe, una orquesta pequeña pero que le
sonaba muy bien, la Filarmónica de Cali, y cuatro solistas jóvenes: tres de
flauta traversa muy buenos: un muchacho, Daniel Santiago Guerrero Palacios, de
Duitama, un tanto disfrazado pero tan alegre y bueno que no importaba, con el bello
concierto para flauta de Mozart, el K314 en Re mayor, y dos bellas y graciosas
y bien vestidas muchachas, la caleña
Gina Arantxa Arbeláez Hernández, con el concierto para flauta en Mi menor Nº 7
de François Devienne, y de nuevo el de
Mozart, repetido como sólo se puede hacer en Cali, para Laura del Sol Jiménez,
nacida en Calarcá, que, lástima, tocó con partitura, pero mas que bien. Y un
violinista de Pereira, Camilo Sánchez Gómez, de lo mejor que se ha oído en esta
ciudad nunca, de la mano de Aram Khachaturian y su vigoroso concierto para
violín en Re menor. Muy merecida ovación
en pie de los que asistieron. Una noche inolvidable para abrir
Diciembre. Toda una grata sorpresa.
Después de haber realizado su
presentación recientemente en Sevilla, con un lleno total, los cuarenta y cinco
músicos de la Orquesta Filarmónica de Cali se presentaron en Yumbo y
posteriormente en Tulúa, dentro del ciclo de conciertos programado por la
Secretaría de Cultura del Valle del Cauca. Para Fabiola
Perdomo, la Secretaria de Cultura, “es fundamental incentivar este tipo de
actividades culturales que refuerzan la formación de públicos en todas
las edades en torno a la música clásica, ya que a través de estas
muestras didácticas que dejan una enseñanza, se difunde la música
de los grandes compositores clásicos universales, latinoamericanos y
colombianos”. Si duda alguna el grado de desarrollo
artístico de una región es tan importante como el científico y técnico, y
evidentemente el mas representativo, siendo la música el mas fácilmente
generalizable, como lo demuestra el Sistema de orquestas
juveniles de Venezuela, creado en 1975 por José Antonio Abreu con el convencimiento de que es posible
rescatar una sociedad a través de la música.
Por eso es una sorpresa que el
Gobernador haya querido salir del Instituto de Bellas Artes, Incolballet
y la Biblioteca Departamental. Como dijo Germán Patiño (El País, 03/12/2012)
“más bien se trata de desprenderse de unas ‘papas calientes’ con las que no se
sabe qué hacer”, como ya se desprendió el Departamento de la entonces Sinfónica
del Valle. Por lo visto desconoce la Ley General de Cultura, donde se establece,
nos recuerda Patiño, que la inversión en el área constituye un “gasto público
social” lo que, de acuerdo con la Constitución, le otorga primacía sobre otro
tipo de inversiones y no puede ser objeto de recorte. “La noticia suena mal y
habla mal de la comprensión de la cultura por parte del Departamento” remata
Patiño, pues sus autoridades no sólo no
conocen las instituciones de las que quieren salir, supuestamente para paliar
el déficit fiscal del Departamento, en el entendido de que prestan sus
servicios principalmente a Cali pero ignorado que su propósito es facilitar
nada menos que el conjunto de las manifestaciones en que
se expresa la vida tradicional de un pueblo en una época, pues la cultura no
son apenas conciertos.
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