Como con dolor lo acabamos de ver en Haití, el patrimonio construido es parte insustituible de la esencia de una nación. Pero aquí, y pese a que además su participación en la economía es cada vez mayor, las autoridades poco se preocupan de hacer cumplir las leyes y normas dictadas para protegerlo. En ciertos casos, por lo contrarío, lo que quieren es su desaparición, como con el edificio central de El Dorado, para nada incompatible con la construcción de un nuevo terminal, que no aeropuerto como insisten en decir. O ni siquiera se dan por enteradas, como con la abandonada casa de la hacienda de Cañasgordas, pese a que es Monumento Nacional. O se lavan las manos como con la de Perodias, cerca a Florida, población a la que dio origen, y también Monumento Nacional, cuyo futuro es hoy incierto y preocupante.
Desde 2005 la Fundación Patrimonio, con el arquitecto Álvaro Erazo a la cabeza, se empezó a ocupar de la recuperación y restauración de la casa de Perodias, una de las mas antiguas de la región y de las tres que conservan su capilla, y en cuyos aposentos transcurrió buena parte de la historia del Gran Cauca. A partir de su levantamiento planimétrico y avalúo se hicieron los primeros acercamientos de los propietarios con la Administración Municipal de Florida, lográndose un primer acuerdo para su entrega, junto con 10 hectáreas alrededor, a cambio de impuestos de vigencia futura, para destinarla a fines culturales, educativos y recreativos. Pero aunque inicialmente fue aprobado por el Concejo Municipal, en Noviembre pasado este se echó para atrás y vetó el proyecto dizque por considerarlo inconveniente.
Es la misma miopía que impide que, por ejemplo, el Municipio de Cali piense en adquirir la casa de El Limonar, magnifico ejemplo de la arquitectura neo colonial de mediados del siglo XX en la ciudad, muy grande, en muy buen estado y en medio de un gran jardín, aprovechando que sus propietarios, mas miopes aun, no le ven ningún valor y al parecer lo que quieren es demolerla para aprovechar su lote, como se puede deducir de su intento de sacarla de la lista del Patrimonio Municipal. Fácilmente podría ser un centro cultural o educativo o destinada a otro uso similar, pues lo que es el colmo es que se hayan adquirido edificios sin ningún valor cultural para albergar oficinas o servicios del Municipio o de Emcali, en lugar de aprovechar esos recursos para que el patrimonio construido pase a manos del Estado.
Y sin duda debería ser objeto de una actuación legal y ejemplarizante, por parte de los órganos de control, el que las Autoridades Municipales de Cali no se apersonen de su patrimonio construido, como es también el caso lamentable de Villa Felisa, ya desmantelada, y de San Antonio. En este barrio, patrimonio urbano de la ciudad, todo el mundo construye lo que se le da la gana y lo usa para lo que se le da la gana, como se ha insistido en esta columna, mientras que la Secretaría de Planeación Municipal se compromete con promesas que no puede cumplir pues ni siquiera cuenta con los medios para ejercer una mínima vigilancia, como ellos mismos lo han reconocido. Están en mora sus habitantes mas conscientes de adelantar una Acción popular al respecto en defensa de su patrimonio.
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