Informa
El País, 19/12/ 2017, sobre “un revolcón en materia de publicidad exterior que vivirá
Cali en lo próximos seis meses” según el proyecto
de acuerdo que aprobó el Concejo. El registro de nuevas vallas será congelado
por 10 años, y las 392 vallas existentes no podrán estar a menos de 160 metros
de distancia, una y otra, no podrán afectar zonas verdes o edificios
patrimoniales, y que tendrán un plazo de seis meses para hacer los cambios
pertinentes. Los pendones solo serán
autorizados para mensajes institucionales de la Alcaldía, y las
pantallas electrónicas no podrán superar los 24 metros cuadrados. Y sólo falta la firma del alcalde
para que el acuerdo entre en vigencia.
Es un paso adelante hacia la desaparición total de las vallas
aéreas en Cali. Pero según el concejal Juan Carlos Olaya, durante las
discusiones del proyecto se introdujeron modificaciones que van en contravía de
ese propósito, y que “en conclusión se premia a quienes durante muchos años
fueron irreglamentarios y se perjudica a quienes fueron respetuosos con la
norma anterior”. Y nada se dice de las vallas adosadas a las fachadas de los
edificios, como insisten en La Tertulia, por ejemplo, ignorando las normas
vigentes al respecto y dando un mal ejemplo a la ciudad, lo que no es fácil de
entender tratándose de un museo de arte; seguro consideran que la arquitectura
no lo es.
Como
se dijo aquí hace años, “es la burda privatización del cielo, el paisaje y las
vistas de la ciudad; es la negación del derecho de los ciudadanos a lo bello.
Es el robo permanente del espacio urbano público de la ciudad a espaldas de las
autoridades y en las narices de todos. Pero concluir que es esta una ciudad de
ladrones, de autoridades ineptas y corruptas y de imbéciles que se dejan robar
en sus narices es seguramente equivocado; por lo contrario, posiblemente se
trate de una ciudad de ciegos que se niegan a si mismos el derecho a tener una
ciudad bella simplemente por que no la ven.” (Se roban a Cali, 10/03/99).
Eliminar las vallas aéreas es
necesario además porque comprometen la seguridad de los vehículos, por lo que
también se deberían prohibir a lo largo de las carreteras. Y con mayor razón
cerca de los aeropuertos, ya que podrían distraer a los pilotos, como esa muy
alta y de brillantes luces rojas cerca de la cabecera sur de la pista del
aeropuerto de Cali, como lo anuncia la tripulación de los aviones españoles que
están prestando el servicio de Avianca desde Madrid; pero mientras las de aquí
dirían que es el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de Palmira pero que sirve a
la ciudad de Cali, ya habrían aterrizado, los pasajeros aplaudido y en pie pese
a las seguidas indicaciones de que permanezcan sentados.
El hecho es que aquí cuesta mucho ser
concreto e ir directo al grano y controlar que se cumpla, como sucede con las
normas urbano arquitectónicas de la ciudad. Mas no sólo es debido a cierto
talante nacional, sino también a las presiones que las prefieren incompletas,
contradictorias o ambiguas, dando paso a la corrupción y por tanto a su
incumplimiento, al punto de que se ha informado que mas de la mitad de las
construcciones en la ciudad no tienen licencia. Es de esperar que con lo de las
vallas sea diferente, como cabe esperar después de la firme decisión de la
Administración Municipal de parar las obras en La Sagrada Familia.
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