El conjunto de la casa de la hacienda de Cañasgordas, Monumento Nacional, se esta cayendo a pedazos, comenzando por la parte central de la techumbre de su trapiche, a la que extrañamente se le retiro la protección provisional que se le había puesto. Y la residencia del barrio El Peñón, bien patrimonial del Municipio, en donde estuvo la casa de la hacienda del mismo nombre que perteneció al papá de Jorge Isaacs, la están desmantelando poco a poco, incumpliendo las leyes al respecto. Desde luego hay mas casos, como la demolición, para nada, (entre comas) del Club San Fernando, pero estos son los mas vergonzosos por ser patrimonio no solo de Cali, sino del Valle y Colombia, y de los que ya se previno inútilmente varias veces. Su recuperación cada día será mas costosa y finalmente ya no habrá nada que restaurar.
Igualmente es escandaloso que según datos de Planeación cerca del 85% de las construcciones en Cali no tienen sus respectivas licencias, las que según la ley se deben obtener previamente, pero es que esta cojea tanto que nunca llega, como lo denuncio su Director. Lo usual es que se comienza la obra sin permiso alguno, o se agrega después un piso mas o se hace caso omiso de los paramentos y retrocesos o se invade el antejardín o un pedazo de la zona verde adyacente, para lo cual se escogen arquitectos faltos de ética que acuden a ciertas curadurías urbanas que se prestan para capotear normas. Y lo mas grave es cuando se trata de edificios grandes y costosos de gente “bien”, y no simples construcciones espontáneas.
Es común hacer un juego de planos para la curaduría y otro para la obra, pues las normas con frecuencia se prestan a interpretaciones pues muchas son enredadas, o no consideran las diferencias de nivel de los lotes, o simplemente no se pueden cumplir. Y, lo peor, se cambian permanentemente para satisfacer ciertos intereses o presiones, afectando a los que previamente habían construido con otras expectativas. Y ni hablar de los permisos de uso; todos vivimos con el temor de qué negocio pondrán al lado o de lo que van a construir en el vecindario, y de las obras mismas, las que no tienen ningún control. Y por supuesto nadie responde por el deterioro que generan las construcciones abandonadas y los lotes sin uso, y ni se diga de los antejardines y andenes, usados y alterados según la conveniencia de cada uno.
Los construidos por el MIO tienen demasiados bolardos y texturas, en las esquinas las rampas no son circulares, y en su construcción se alteraron quedando a veces con varios niveles o los sardineles muy altos, sus anchos fueron reducidos, y los pasos pompeyanos fueron retirados del eje de circulación por lo que la mayoría de los peatones no los usa. Su arborización deja mucho que desear y, como el MIO mismo, están incompletos. Lamentablemente muchos se contentan con la feria, la iluminación y la salsa decembrinas como si únicamente vivieran en esta ciudad dos semanas al año. Pero la realidad es que la Cali de los informes del noticiero CM& (www.cmi.com.co / videos) de días pasados da pena, como bien lo dijo Beatriz López, y eso que aun no habían asesinado a la abogada Olga Lucia Becerra por sospechar de la existencia de corrupción en la venta de tierras públicas.
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