Como era de esperar, se encontraron partes del viejo Puente Ortiz, cubierto cuando se rellenó la ribera del río para hacer la Avenida Colombia. Infortunadamente no es un quinto arco, como se pensaba con el deseo, pues dos carriles subterráneos podrían fácilmente haberlo atravesarlo. En cambio, son los muros de aproximación, lo que dificulta que hacer con ellos ahora. Aparentemente la solución mas sensata es sacarlos y ponerlos al lado en el mismo eje del puente. Pero por supuesto primero hay que terminar de ver lo que hay, que es mucho mas que unos “ladrillos viejos” y estudiarlo, lo que está haciendo el INCIVA, y después hacer un diseño, el que deberá aprobar la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, previo concepto del Consejo Departamental de Patrimonio Cultural.
Al contrarío de lo que creen algunos, los hechos pasan pero su escenario no. Ciudades y edificios se modifican permanentemente pero no desaparecen: siempre quedan partes. Incluso en el caso extremo de que haya necesidad irremediable de removerlas, siempre hay que estudiarlas y algunos de sus elementos terminan en los museos. Por ellos podemos reconstruir la historia miles de años atrás y contrastarla con los hechos que nos cuentan. El arte, al estar presente, no miente, como si suele hacerlo la historia, sobre todo cuando es hecha por los vencedores, como ya se sabe y dicho. Para la arquitectura y las ciudades, el pasado nunca pasa: siempre está presente. Incluso en las escombreras y basureros, los que cada vez son mas estudiados por los arqueólogos.
Por eso trasladar los restos del patrimonio construido a museos y espacios públicos, en lugar de tirarlo a la orilla de un camino, es lo civilizado y cuesta casi lo mismo. Su valor cultural va mas allá de lo nostálgico o estético. Desconocerlo, ya sea porque no se tengan recuerdos personales del mismo o que no sea del gusto de cada cual, es un error recurrente hoy en día en nuestras muy nuevas y grandes ciudades. Tenemos que entender que lo que nos debe importar a todos es lo que nos dicen las construcciones del pasado aun presentes. De ahí que lo mas importante de lo que se va encontrando en la Avenida Colombia es que muestra cómo se planeaban, diseñaban y construían antes las obras publicas de la ciudad, y las modificaciones que han tenido con los años. Y desde luego el nuevo puente, como la avenida actual, ya son parte de la identidad de Cali.
Considerando los recursos de entonces, el puente original, todo un viaducto que le permitió a la ciudad extenderse al norte, y la avenida, fueron importantes obras públicas. Solamente por esto merecen nuestra consideración. Por supuesto el trabajo de arqueología a realizar se ha debido hacer antes de finalizar el proyecto y no después de comenzada la obra. Lo mismo que terminar otras vías, planteadas en el Plan del Centro Global, para facilitar el trafico durante su construcción. Pero ahora ya es irreversible el paso subterráneo, por lo que hay que agilizar los estudios mencionados. Y aprovechar para pensar de nuevo el re diseño de la Avenida Colombia misma, a la que se le debería conservar parte de su transito, además del MIO, incluirle una cicloruta y ampliar y arborizar sus andenes. Y desde luego conservarle su nombre.
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