Ir al contenido principal

Entretanto. 25.03.2020.


   Los animales exigen aire, agua y alimento, y muchos cobijo y protección. El humano buscó cuevas o cortó árboles en el bosque para su abrigo, cuidar el fuego y evadir a depredadores y enemigos. Pero muy pronto su vivienda se convirtió en el intento de crear una visión particular del mundo, ya sea una casa, un edificio o conjunto, cuando se le agrega la emoción ya buscada para las tumbas y monumentos. Por eso, a diferencia de los que viven en el campo, que ni se habrán enterado del confinamiento generalizado por el mundo en estos días, muchos de los que habitan en las ciudades, la gran mayoría, habrán descubierto o reencontrado no pocas cosas que permiten, estando adentro, estar afuera sin salir.

    Como lo que implica contar con patios, jardines y corredores en las casas unifamiliares, o balcones y terrazas en los apartamentos y hasta una eventual azotea de uso común, y poder disponer en ellos de huertos caseros, en el suelo o en materas, o sencillamente poder disfrutar allí de un chocolate bien caliente acompañado de ricos pandebonos y pandeyucas, recostados en una deliciosa hamaca (el mueble más barato, versátil, funcional, cómodo y bello) viendo el cielo y sus nubes moverse y los pájaros volar y el Sol y la Luna y Venus, Marte y las estrellas, y el fresco amanecer y el atardecer lleno de rápidos arreboles y hasta disfrutar de la lluvia que cae y los lejanos rayos que truenan y relampaguean.

   También muchos habrán oído música, visto películas y leído libros, y si hay alguno que ya habría comenzado el último de Thomas Piketty, Capital e ideología, 2019, un mamotreto, estará de acuerdo en que sus muy importantes datos tendrían que haber estado en un tomo aparte para no interrumpir la lectura de sus muy importantes conclusiones. Otros no habrán podido soltar del todo las aburridoras páginas de Carta breve para un largo adiós, 1971, de Peter Handke ganador del Premio Nobel de Literatura de este año, hasta llegar sin querer queriendo y de a pocos al final en el que el protagonista y Judith deciden separase pacíficamente, que es cuando dan ganas de releer el libro aprovechando que este si es pequeño.

  Y otros muchos habrán comprobado que trabajar en casa cada vez es más práctico, pero que se precisan unas horas y lugares en donde se pueda tener silencio y comodidad para hacerlo con placer y eficiencia, y por supuesto contar con los equipos adecuados para cada tema, como un computador para escribir columnas como esta. Lo mismo que estudiar, si los estudiantes leyeran, pero hay que recurrir a teleconferencias y salas virtuales pues lo que les gusta es que les hablen, lo que hacemos más de la cuenta. Y no faltan los que aprovechan para no trabajar o estudiar y arman rumbas, a los que no les enseñaron a saludar de mano y ahora se las lavan pero con el cambio climático y ni se acuerdan de los rugidos de Júpiter.

  Muchos podrán saber lo que implica tener casa por cárcel y, más importante, lo que se requiere para que la casa no sea una cárcel, como lo son muchas viviendas actuales: esas peceras con aire acondicionado y cielos bajos y parejos en todos los espacios y con todas las ventanas mirando al nuevo edificio que les tapó la vista que les vendieron. Otros más se darán cuenta de que no se habían dado cuenta de que ‘vivían’ en una cárcel pues poco paraban en ella, y echarán de menos la ciudad en que sí vivían en sus calles. Esas calles que entretanto muchos y los perros tanto echamos en falta, y más ahora que sin tanto ruido, alboroto y acoso, y con más aire limpio y urbanidad; pero le haremos falta a los habitantes de la calle.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasos pompeyanos. 05.02.2015

          Ya los romanos los usaban, como en Pompeya, de donde toman su nombre, para cruzar sus calles sin mancharse con la inmundicia y el barro . Pero ahora y aquí, el que se ha dicho que se hará al final del Paseo Bolívar definitivamente es un paso adelante en esta ciudad sin andenes por donde pasear y ni siquiera caminar. Decir que un semáforo allí causará trancones viales es exagerado aunque por supuesto no existirían nunca si estuviera unido con el anterior y el siguiente, generando por la Avenida 2º Norte una “ola verde”, es decir una serie de semáforos coordinados para permitir el flujo continuo del tránsito rodado sobre varias intersecciones en una misma dirección . Pero mejor seria el hundimiento de la Avenida desde el edificio Las Ceibas hasta el Conservatorio, y prolongar el puente peatonal del CAM hasta donde hoy está la Plazoleta de la caleñidad, ya propuestos por Sara María Giraldo, Heinz von Halle y el autor de esta columna en el concurso para la Manzana T´ y re

Equilibrio. 03.06.2020

En la medida en que se hace necesario prolongar el aislamiento es preciso, además de las nuevas excepciones, que se corrijan algunos desaciertos ya señalados en los medios por columnas de opinión, entrevistas e información al respecto, y considerar que la situación es diferente en cada población del país, como lo es la de muchos municipios a los que no ha llegado la pandemia y por tanto la única medida a tomar es impedirlo controlando la entrada y salida de sus habitantes. Que la información que se suministre sea completa, pertinente y debidamente documentada (y no datos inconexos que generan alarma a base de exageraciones) para que sea útil al poder compararla con la de otros países, especialmente con los que se comparten aspectos geográficos, económicos, sociales, culturales y étnicos, como Panamá, Venezuela o Ecuador de los que a excepción de lo de Guayaquil muy poco se ha informado, y casi nada del pertinente ejemplo de Costa Rica. No se ha entendido que a los adultos mayores, sano

La montaña rusa. 27.09.2001

Si; se trata de la ampliación de la Avenida de Circunvalación: una obra sin lugar a dudas torcida. ¿Es que nadie se da cuenta? Curvas que se pegan a otras curvas, en fuerte pendiente. Allí se ignoraron las mas elementales normas del diseño vial. Sus carriles desaparecen o se estrechan como si los carros fueran de caucho. Calzadas para tres carros y medio... como si   fuéramos tontos. ¿Lo somos? Por supuesto su pavimento variopinta, remendado y discontinuo no es lo de menos: ilustra la mentalidad de sus gestores, diseñadores, constructores e interventores. Y la de la opinión pública en Cali que solo se preocupa (los que se preocupan) de que este nuevo esperpento no esté ya terminado.           Para hacer semejante adefesio, financiado, junto con sus inevitables serruchos, con el dinero de los contribuyentes, se talaron muchos árboles del Parque del Acueducto, incluyendo la palma abrazada por la ceiba, y nunca se supo que pasó con los que supuestamente se trasplantaron. Con permiso d