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Estrategia/ tácticas. 27.05.2020


Es evidente que el confinamiento, obligatorio o por disciplina social como en Suecia, impidió que la pandemia se extendiera más rápido y en muchas partes ya está disminuyendo, pero al mismo tiempo se ha comprobado que el contagio se da principalmente en espacios en donde están muchas personas juntas o en viviendas en donde uno de sus miembros contagia a los demás; y también es claro que las muertes afectan sobre todo a personas muy mayores pero ya con problemas de salud.


Es claro que hay que mantener la estrategia pero diferenciar las tácticas según cada región y en sus diferentes ciudades e incluso en las más grandes en sus diferentes sectores. Informarse en los medios más serios, prudentes y que no revuelven los datos, verificar todo lo que se afirma en las redes sociales antes de darlo por cierto, y de ahí la importancia de verificar y comparar los datos que se utilizan para emitir una opinión. Y sobre todo tener en cuenta nuevos problemas globales como ya lo es el cambio climático.



Si bien los adultos muy mayores ya enfermos o con problemas de salud deben permanecer en sus casas para que sus familiares los cuiden, a los activos y sanos hay que tratarlos igual que a los demás y es un atropello no hacerlo ya que son inocuos y con derecho a vivir su vida bajo su propia responsabilidad. Por supuesto, como todos, deberán lavarse las manos, guardar suficiente distancia con las otras personas, evitar las aglomeraciones en los espacios públicos y en estos usar la mascarilla.



Dependiendo de las circunstancias, en muchas partes todos podrían salir alternativamente, por ejemplo día de por medio, como ya en Cali, para comprar alimentos, hacer vueltas en los bancos y también para poder reemprender trabajos que ineludiblemente sean presenciales, y lo son los informales y la mayoría de los otros, como los de la construcción que se hacen en las obras mismas, e incluso la actualización de los proyectos; además la educación y el trabajo totalmente virtuales son todo un despropósito.



Pero hay que acostumbrarse a guardar la mayor distancia posible con las demás personas que estén en todos aquellos locales en los que inevitablemente se forman grupos, como en las colas para pagar, y que los administradores y clientes traten de que aquellos sean lo más pequeños posible. Y al caminar por calles estrechas o por andenes anchos, hacerlo por la derecha para evitar toparse con los que lo hacen en sentido contrario, y guardando la mayor distancia posible con la persona que va adelante.



Otra cosa es que se mantenga el uso obligatorio de la mascarilla en todos los espacios de uso público, y que sea la adecuada y bien puesta sobre la nariz y la boca, e introducirla en agua bien caliente si se va a usar de nuevo en unas pocas horas. Desinfectarse las manos al entrar a los bancos, supermercados y locales comerciales, y lavárselas después de tocar cosas, si es posible, y de nuevo al regresar a casa y con agua caliente; y si es del caso llevar guantes los que por supuesto deben usar todos los que atienden al público.



En conclusión, si bien es claro que se precisa de una estrategia general en el país para dirigir las operaciones en este asunto de la pandemia (como igualmente en otros) mediante obligaciones, o sugerencias convincentes, que aseguren una decisión óptima en cada circunstancia y momento para poner en orden las cosas con habilidad y tacto y no infundiendo más miedo. Si hay una palabra que defina la situación actual es ‘exageración’, tanto para describirla como para generar normas, titulares, opiniones o sentimientos.

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