‘Yo… El negro Ñulfo de Olano / Descubridor del Mar del Sur’, 2020, novela histórica de Juan Manuel Jaramillo, ayuda a entender este ignorado y muy extenso Nuevo Mundo, junto con ‘Somos romanos’, 2019 de Paco Álvarez; ‘La civilización hispánica / El encuentro de dos mundos’, 2018, de Borja Cardelús; ‘1492 / fin de la barbarie, comienzo de la civilización en América’, 2020, de Cristian Rodrigo Iturralde; ‘Las venas abiertas de América Latina’, 1971, de Eduardo Galeano; ‘Invariantes castizos de la Arquitectura Española / Invariantes en la Arquitectura Hispanoamericana’, 1979, de Fernando Chueca Goitia; y la novela de José María de Andueza, ‘Don Felipe, el Prudente’, 1850.
Un Nuevo Mundo a partir de su geografía y de su historia que viene de Oriente y ya en Occidente se extiende hasta todo el sur de Estados Unidos y hacia el sur hasta Argentina y Chile. Y, ya juntando, geografía e historia, proceder a entender sus ciudades, su arquitectura, sus ciudadanos y sus muy diversos problemas. El cambio climático, un incidente o guerra atómica (en cualquier parte), el terrorismo, la subversión, el narcotráfico, la destrucción de bosques y selvas, la disminución de la biodiversidad, la sobrepoblación, el consumismo, la discriminación étnica, cultural, social, económica, de género y sexual, la drogadicción, la inseguridad, y la mala alimentación y ¡la educación!
En Iberoamérica, Colombia cuenta con una geografía privilegiada; está entre Europa y Asia y muy cerca de la línea ecuatorial; cuenta con extensas costas sobre dos mares; tres largas y altas cordilleras, las que generan fértiles valles y sabanas; inmensos llanos y buena parte de la selva amazónica; la cruzan varios grandes ríos, hay muchos más pequeños que los alimentan y algunas lagunas; sus climas no son extremos y cambian poco a lo largo del año; su biodiversidad vegetal y animal es muy alta; hay muchos minerales y salinas; y sus paisajes son variados y muy bellos. Todo esto ha contribuido a caracterizar su historia y por supuesto sus ciudades y su arquitectura.
Pero el país tiene una vergonzosa historia de violencia en el campo e inseguridad en las ciudades, incrementada por el narcotráfico, la falta de vías interurbanas y de transporte público urbano, pasando de la mula al avión, de agregar el tren pero abandonarlo para pasar a los buses para descubrir un siglo después que no hay vías. Además de una lamentable historia de destrucción / construcción de sus varias ciudades en crecimiento descontrolado, de falta de civismo y de cultura urbana y al tiempo del olvido de la auténtica campesina, de un nuevo ‘nuevorriquismo’ que ha permeado todo, y finalmente de la creciente improvisación y corrupción en el Gobierno en sus diferentes niveles.
Por eso es estimulante que en Colombia se hable cada vez más de la amenaza del cambio climático, la tala de selvas y bosques, de legalizar las drogas, como de que nos enteremos de lo que significa que el Español ya sea la segunda lengua más hablada en el mundo después del Mandarín, y que junto con el Portugués, su lengua hermana, ya sería la primera. Pero para lograr unas soluciones de verdad hay que analizar todo esto con transdisciplinariedad y con una visión panorámica, y considerando, por otra parte, que la mayoría de los habitantes del país lo hacen ya en pueblos y grandes ciudades, de las que poco se habla en tanto artefactos y aún mucho menos de su aspecto arquitectónico.
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