Ojalá muchos lean este reciente libro de Bill Gates, pues como él lo dice en su contratapa: “Para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático, los humanos debemos dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera. / Si esto parece complicado es porque lo será. Todos los países tendrán que modificar su manera de hacer las cosas, porque prácticamente la totalidad de las actividades de la existencia contemporánea conllevan a la liberación de este tipo de gases. / Si el mundo sigue produciendo gases de efecto invernadero, el cambio climático continuará empeorando y su impacto sobre la humanidad será con toda seguridad catastrófico”.
Las preguntas son: cómo nos conectamos; cómo fabricamos cosas; cómo cultivamos y criamos ganado; cómo nos desplazamos; cómo nos calentamos y enfriamos. Y a continuación plantea como adaptarse a un mundo más caluroso y lo que cada uno puede hacer por su lado; y propone un plan para llegar a cero emisiones de gases de efecto invernadero, considerando el hecho de que (aparte de la sobrepoblación y el consumismo que Gates discretamente elude): “Ninguna hipótesis realista prevé que continuemos añadiendo carbono a la atmósfera sin que el mundo siga calentándose, y cuanto más caliente, más difícil será para los humanos sobrevivir, por no hablar de prosperar” (p. 31). “No obstante, esto puede cambiar. Ya disponemos de algunas de las herramientas que necesitaremos y, en cuanto a las que aún no tenemos, todo lo que he aprendido acerca del clima y de la tecnología me lleva a ser optimista sobre nuestra capacidad de inventarlas, implementarlas y, si actuamos con suficiente rapidez, evitar un desastre climático” [contratapa]. Y propone quintuplicar la energía limpia; proyectos de alto riesgo y rentabilidad, y adaptarlos a nuestras mayores necesidades; colaborar con la industria desde el inicio; aprovechar la contratación pública; crear incentivos; incorporar a la infraestructura, las nuevas tecnologías y cambiar las reglas para que puedan competir.Con respecto a las ciudades (en donde en el Siglo XXI ya vive por primera vez la mayoría de los habitantes del planeta y cada vez más), en las que se generan la gran mayoría de los gases de efecto invernadero, Gates propone “aprovechar la legislación urbanística para aumentar la densidad a fin de reducir los trayectos de casa al trabajo y, en caso necesario restringir el acceso de vehículos de combustibles fósiles a las calles del municipio. También poseen la capacidad de dictar políticas de edificación verde, electrificar sus flotas de vehículos y establecer directrices de contratación pública, así como requisitos mínimos de eficiencia para los edificios de propiedad municipal” (pp. 272 y 273).
Y recuerda que “la implementación de este nuevo sistema energético requiere acciones políticas concentradas. Por eso implicarse en el proceso político es el paso más importante que pueden dar las personas de todas las condiciones sociales para evitar un desastre climático […] Al margen de los recursos con los que cada uno pueda contar, siempre podemos utilizar nuestra voz y nuestro voto para conseguir cambios.” (p. 278). Y propone estar atentos a lo local como a lo nacional, presentarse a cargos públicos; preferir los servicios con opciones verdes; reducir las emisiones domésticas; comprar vehículos eléctricos; reducir o sustituir el consumo de carne y leche; plantar árboles y no cortarlos.
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