Es evidente que habría que hablar del “paro” en plural, pues ya han surgido varios a partir del convocado inicialmente por el Comité del Paro; luego vino el paro infiltrado por diversos actores; el paro simplemente aprovechado por otros; el paro informado mal que bien por las noticias; el paro imaginado por las redes sociales; y por último el paro general derivado de los anteriores, que motivó la marcha de los que están contra los bloqueos, la violencia, el vandalismo, los robos y la corrupción.
El paro convocado por el Comité del Paro, conformado por representantes de los trabajadores, los pensionados, los educadores, los campesinos y los transportadores, planteaba siete pertinentes peticiones, entre ellas sobre la salud, la renta básica, el empleo, la educación y la mujer. Pero que iniciaran las marchas en pleno tercer pico de la pandemia y recesión económica fue sin duda muy irresponsable, y si lo fue deliberadamente con mayor razón y deberían responder por ello.
En muchas partes, especialmente en las ciudades, al paro se sumaron los indígenas y también los violentos, los vándalos y ladrones, y aunque hubo intentos de detenerlos en las marchas por parte de los mismos manifestantes y que lamentablemente hubo casos de abuso de la autoridad, las muertes continúan y el vandalismo fue cada vez más grave como pasó en varias ciudades, y continuaron los bloqueos, por unos cuantos, de carreteras y calles, pese a ser una amenaza creciente para todos.
El paro por supuesto pronto fue aprovechado por otros, principalmente por los extremistas de la política, para promover candidatos para las próximas elecciones y al mismo tiempo por la subversión y el narcotráfico, para atacar al Gobierno, a la Policía y al Ejército; y muchos jóvenes aprovecharon para manifestar sus problemas, con pleno derecho, como muchos otros para dar rienda suelta sus impulsos juveniles, lo que no deja de ser otro de sus varios problemas a resolver.
Permanentemente los diferentes medios de comunicación informan sobre el paro, con mayor o menor rigor, pero ha sido evidente la diferencia de posición de los locales con los nacionales y de los nacionales con los internacionales, quedando la incertidumbre de que a estos se les haya suministrado información tendenciosa y que, como suelen hacerlo, critican desde afuera y sin conocimiento a fondo de las atípicas circunstancias de este país, lo que aquí es aprovechado para desinformar aún más.
De otra parte, el paro imaginado por las redes sociales da para todos los gustos o, mejor, para todos los disgustos, con una “información” que con mucha frecuencia resulta alarmista o del todo falsa, ya sea por estar descontextualizada, desubicada, incompleta, incorrecta o prefabricada a propósito. Y lo mismo se puede decir de las muchas opiniones de última hora que se ponen en circulación y que son leídas a la carrera y sin mayor información sobre su contexto y sus autores.
El paro paradójicamente anula sus propósitos iniciales: la salud de muchos se comprometió al no poderse vacunar y los muertos por la pandemia se multiplicaron, la renta básica quedó en nada, el desempleo se disparó, niños y jóvenes no pudieron continuar sus estudios, y a las mujeres poco las ha ayudado; todo debido a los bloqueos, que es preciso eliminar ya para desbloquear el paro y poder comenzar a resolver sus demandas, agregando la vivienda y el equipamiento urbano de las ciudades.
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