La gente vive en grupos sociales (familias, amigos, colegas, clientes, conocidos) y mucho más en las ciudades. Y comparte con ellos en casas, edificios (cafés, restaurantes, bares, bailaderos, teatros, escenarios deportivos, mercados y centros comerciales) o circulando por sus vías o caminando por calles, plazas, parques, zonas verdes y playas. Espacios urbanos públicos en los que todos se expresan simbólicamente por medio de la cultura (arte, religión, hábitos, costumbres, vestidos, modas).
De ahí que los andenes sean lo más importante para la relación social, incluyendo las fachadas urbanas que los conforman y los usos del primer piso y por qué debe ser más alto. Una calle vacía no es vida urbana, aunque debe ser de diferente intensidad si es un sector residencial, comercial o industrial, pero diversas actividades nunca deben faltar convirtiéndolas en calles muertas; y de ahí el error de suprimir totalmente el tránsito en varias cuadras seguidas y sin que las atraviesen otras calles.
A las plazas confluyen los andenes de los barrios aledaños cuando son conformadas por cuatro calles que se cruzan, como en Iberoamérica, o al menos tienen una calle al lado. Alrededor de ellas se concentran diversos usos y por eso en las plazas apenas se camina y se mira a los otros y algún monumento y los edificios que las identifican; sólo ocasional o periódicamente hay grandes eventos ciudadanos, y en algunas hay mesas de restaurantes. Y la mayoría de las plazoletas son atrios.
En las plazas se comparten con desconocidos discretas miradas lejanas, pero en los parques hay conversaciones cercanas con conocidos en bancas bajo árboles, los que además ocultan las fachadas circundantes y el suelo de prado y no necesariamente plano, las diferencia y por supuesto su uso, tanto que esas plazas vueltas parques siguen siendo usadas como plazas. Y lo que diferencia a los parques de las zonas verdes es que están diseñados mediante sus senderos y las zonas verdes no tanto.
Las zonas verdes, claves frente al cambio climático, tienen algo en común con las calles, plazas y parques, pero es con estos con los que equivocadamente se confunden; por ellas se puede caminar, tienen sitios abiertos que llaman a reunirse, prado, matas y árboles, mínima iluminación y ser planas o quebradas. Pero lo que las debe diferenciar es su relación con la ciudad; un parque debe estar rodeado por la ciudad mientras una zona verde la puede rodear y en esto se asemeja a las playas.
Las playas, a diferencia de las riberas de los ríos que cruzan las ciudades, suelen estar al lado y con frecuencia hay que transportarse hasta ellas. Son los habitantes de las ciudades los que llevan la ciudad a las playas solo que en ellas todo es arena, mar y cielo, y si se mira hacia atrás a veces hay una ciudad. En las playas todos se miran, o se aíslan y hablan y beben, y hay quienes nadan y casi todos toman sol. Son como una ciudad sin el artefacto urbano arquitectónico y solo con sus habitantes.
En conclusión, así como la casa es una ciudad pequeña y la ciudad una casa grande, como ya lo señaló Leon Battista Alberti (Génova 1404-1472, Roma), estar en la ciudad es similar a estar en casa, pero en unos espacios mucho más grandes y mucho más variados y con mucha más gente, la mayoría de ella desconocida. Para los habitantes de la calle la ciudad es su casa y a esos delincuentes que les dan casa por cárcel les quitan el estar en la ciudad y, por otro lado, no hay casa que sustituya la ciudad.
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