Las guerras, como la de Ucrania, y las guerrillas, como las de Colombia, han acompañado desde siempre a la humanidad, e igualmente los cambios climáticos; pero en las próximas décadas, y juntos, comprometen a todo el mundo. Por lo tanto, es ineludible proceder ahora contra unas y otro, y no pensar que hay que esperar a que sean los demás los que lo hagan. Apoyar a Ucrania y acabar con las guerrillas alimentadas por el narcotráfico y la corrupción es perentorio, lo mismo que tomar todas las medidas posibles para reducir los efectos del cambio climático, que aún hay que precisar más, junto con huracanes, nevadas, lluvias continuas, grandes derrumbes y subida del nivel del mar.
La guerra de Ucrania ha impedido, o dilatado, muchas de las medidas programadas para contrarrestar el cambio climático, y continúa amenazando en convertirse en una tercera guerra mundial, y esta posiblemente sería nuclear, y ahí sí sería el fin de las guerras y… de casi todo. Hay que pensar en cómo se podría apoyar a Ucrania desde Colombia, y comenzar a pronunciarse al respecto más seguido y más fuerte, indagando cómo es que afecta al país y a sus ciudades; y al mismo tiempo respaldar la búsqueda de la paz en el país. Y lo mismo respecto al cambio climático, que ya lo está afectando con intensas y continuas lluvias y grandes derrumbes en las carreteras, incomunicándolo.
Por otro lado, hay que pensar prioritariamente en fuentes de energía limpia, como lo es la hidráulica a pequeña escala, la cual se facilita en Colombia por sus tres largas cordilleras y su régimen pluvial, junto con la eólica y la solar, más favorables en el trópico; y procurar medios de transporte menos contaminantes. Igualmente hay que buscar reciclar los desechos y basuras, reutilizar las aguas servidas, y no desperdiciar la potable. Y proteger de verdad los montes y selvas y su biodiversidad, lo mismo que las fuentes de agua dulce; y multiplicar y ampliar los parques naturales; y sembrar más árboles en calles, parques, cementerios y zonas verdes de todas las ciudades y pueblos del país.
En las ciudades, en las que en Colombia (toca insistir) ya vive cerca de las tres cuartas partes de la gente, y en el mundo más de la mitad, es preciso repetir (otra vez) que hay que dividir las grandes en ciudades ‘dentro de la ciudad’ junto con ciudades ‘fuera de la ciudad’ cercanas a las mismas, a base de supermanzanas de tránsito local alrededor de subcentralidades a las que se pueda llegar en bicicleta o caminando, y de ahí la importancia de hacer mejores andenes, unidas con las demás por trenes de cercanías. Es lo que se propone con los dos nuevos ejes urbanos y regionales para Cali: uno, norte-sur, por el par vial de las Cls. 25 y 26, y el otro, oeste-este, por las orillas del río Cali y la Cr. 1ª.
Pero para poder impulsar adelante dichas propuestas es ineludible educar al respecto a cada vez más personas, para lo cual son indispensables los medios de comunicación, y poder así contrarrestar las falsas ‘informaciones’, ‘alertas’ y descaradas ‘opiniones’ de las que son víctimas muchos de los que acuden a internet en busca de ‘noticias’. De nada sirve que ya no haya casi analfabetas si estos no verifican lo que leen en sus celulares, pero ¿cómo hacer que lean lo que se escribe al respecto en columnas y artículos de periódicos y revistas? Habría que comenzar porque los que las leen las difundan más por las redes sociales junto con sus pertinentes comentarios al respecto.
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