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Las ciudades. 08.02.2023

 Se deben al comercio, la industria, el trueque de conocimientos, la religión o la guerra (Henry Pirenne). Transforman al campesino en ciudadano y sus deseos y necesidades vuelven un sitio natural un lugar construido (La Blache y Martonne). Su fin es que vivan bien (Aristóteles). Civilizadamente (José Ortega y Gasset). Juntos, pero de una manera determinada (Eric Hobsbawm). Concentran el poder de una sociedad, son escenario y símbolo de su cultura y con la lengua la mayor creación humana (Lewis Mumford) su mayor invento (Ben Wilson) y el más complejo (Waern y Wingärdh) un arte colectivo (Wolf Schneider) con teoría y práctica propias (Camilo Sitte; Joseph Rykwert; Sibyl Moholy-Nagy).

Sin embargo, todas están constituidas por tan sólo por tres conjuntos de pocos elementos, pero que se multiplican mucho entre sí al interactuar permanentemente, lo que las hace tan diferentes unas de otras y de ahí la importancia de viajar a conocerlas, y recorrerlas para regresar a valorar la propia. Por un lado, las ciudades, en tanto artefactos, son la suma de todas sus construcciones y de todos los espacios libres que aquellas conforman o dejan; y, por el otro, igualmente son la suma social de todos sus diversos habitantes, los que ineludiblemente tienen que usar algunas construcciones y espacios urbanos públicos de su ciudad todo el tiempo; y de ahí la importancia de la planificación urbana.

Los edificios en las ciudades son para diversos usos, como apartamentos, hoteles, oficinas, supermercados y centros comerciales; las casas son para habitar, al menos inicialmente; y hay otras construcciones singulares para usos específicos, como los monumentos, las paradas y estaciones del transporte público, las escuelas, colegios o universidades, los teatros y escenarios deportivos, o los puestos de salud, clínicas y hospitales; y hay que agregar el mobiliario urbano, como puestos de policía o para vigilancia, bancas, fuentes, bebederos y basureros. De ahí la importancia de la arquitectura para las ciudades en las que todas sus construcciones deberían ser objeto de proyectos arquitectónicos.

Los espacios libres son indispensables para circular en la ciudad, como los andenes, calles y puentes, y también las avenidas y plazas, las que en ocasiones se usan para ceremonias o protestas ciudadanas; y también son espacios libres, los que son para estar en ellos, pasear y recrearse, como los paseos, alamedas y parques; o las canchas al aire libre para deportes; o son los que se dejan para aislar las construcciones entre sí, o para separarlas de los ríos o las vías; o las zonas verdes que son pensadas para mejorar el medio ambiente, como lo podrían ser también los terrenos desocupados mientras que se construyen, y para conservar los paisajes. De ahí la importancia del urbanismo en tanto diseño.

Finalmente, los habitantes de las ciudades son los propios, o sea los que habitan en ellas permanentemente, y que son su gran mayoría; pero igualmente lo son sus visitantes ocasionales, ya sean para la ciudad toda, como los turistas (que pueden llegar a ser invasores) y los viajeros o los que han llegado a ella por motivos de trabajo u otros; y por otro lado están los transeúntes que pasan periódicamente por sus diversos barrios y calles para ir de un lugar a otro de su ciudad, y son ‘conocidos’, pero si son ocasionales ya son ‘extraños’. De ahí la importancia de la sociología para entender que es una ciudad; y que concejales y alcaldes por supuesto conozcan bien la suya.

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