Aparte de los paisajes naturales, lo más bello de Cali son sus árboles y palmas pese a su desorden pues no obedecen a un proyecto y, como lo ha señalado el arquitecto Carlos Botero en Caliescribe.com, son sembrados espontáneamente y con sus raíces o ramas con frecuencia generan problemas y son talados. "La Flora ornamental Tropical y el Espacio Urbano", 1979, de Lyda Caldas; "Arboles del Valle del Cauca", 1983, de G. Mahecha y R. Echeverri; “Árboles de la Universidad del Valle”, 2015, de Stella Herrera; e “Historia del arbolado urbano de Cali”, 2019, de A. Calonje y J. F. Restrepo, deberían ser textos de consulta, y está la Sociedad Colombiana de Arquitectos Paisajistas.
En Cali se da bien una gran variedad de especies de arboles o palmas, de hojas de diversos tamaños, relieves y verdes “de todos los colores” como dijo Aurelio Arturo de su Nariño natal en “Morada al Sur”, 1963, y varias de ellas brotan periódicamente flores de muy variados colores y tonos. Considerando lo anterior, los libros citados y la “Guía de Árboles de Cali”, de la Fundación Pacifico Verde, y otras existentes, permitirían escoger las especies más indicadas para cada sitio natural, para que lo conviertan en un lugar urbano; sería una “arquitectura botánica” como la llama Francis Hallé, científico de renombre internacional y autor de “La vida de los árboles” 2020.Ya lo dijo Lyda Caldas, los árboles son: “Objetos de valor estético […] dotados de una masa, un color, y una textura, una estructura soportante y una proyección en el tiempo y el espacio”, y como recomienda Aura Lucia Mera, mirarlos durante los trancones es un placer, y hay que aprender a mirarlos al circular por Cali como pasajero, en lugar de ver más y más carros y que de eso se encargue el conductor. Pero por supuesto es caminando en los parques y zonas verdes en donde se puede disfrutar a fondo de su belleza, en ellos acompañados por los pájaros que cantan o vuelan y las hojas que se mueven y susurran con el paso del viento o la caída de la lluvia, y los niños que corren.
La recuperación de Cali, en términos urbanos y arquitectónicos, consiste en hacer amplios, llanos y arborizados andenes, y que estos incluyan a su nivel ciclo vías separadas de los peatones por filas de árboles, que además de darles sombra y belleza, y contribuiría mucho en contra del cambio climático. Además, ocultarían el caos usual de las fachadas urbanas de la ciudad y las culatas que dejan a la vista, y les darían continuidad estética a las calles al tiempo que sus diferencias identificarían a las ciudades dentro de la ciudad ya existentes, pero en mora de fortalecer completando sus subcentralidades, y uniéndolas con los dos nuevos ejes urbano regionales de Cali ya propuestos.
Y respecto a la plaza de Caicedo, como está escrito en el pedestal del monumento a Felipe Joaquín de Cayzedo y Cuero, convertida en un parque ya entrado el siglo XX, sería posible recuperar del todo su carácter de plaza sin quitar sus erguidas palmas icónicas ni sus grandes árboles, pues bastaría con reemplazar el prado y las matas de sus parterres por un suelo semiduro al mismo nivel de los senderos
actuales que se cruzan al centro. Sería una “plaza tropical” y un monumento a los árboles y palmas de Cali; y si se soterrara la Cr. 5 al frente de la Catedral, esta contaría con el atrio que tanta falta le hace, y permitiría un acceso a un parqueadero público debajo de las calles que rodean la plaza.
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