Cali cuenta con al menos tres aspectos sin duda positivos: su clima, su vegetación y sus variados paisajes, todo un envidiable sueño; pero también con por lo menos tres aspectos negativos: su inseguridad, el mal comportamiento de muchos de sus habitantes y su desorden urbano y arquitectónico, toda una aburridora pesadilla. Un sueño, que es la ingenua fantasía de quien fantasea con pertinentes proyectos a partir de sus deseos y esperanzas para la ciudad, y en consecuencia evitar al menos por una noche la recurrente pesadilla de la preocupación continua, enojosa y molesta en que se vuelve con cada vez más frecuencia el vivir en Cali.
Son seis aspectos que hay que considerar de frente a tres amenazas: el cambio climático, el aumento y envejecimiento de la población y las realidades del país; y hay que hacerlo en tres espacios geográfica, histórica y políticamente diferentes: en cada sector de la ciudad, en su área metropolitana y en su subregión. Y desde los tres temas más relevantes: lo social, lo económico y lo urbano, es decir lo cultural en su sentido más amplio, y entendida como el conjunto de conocimientos que permita proceder, mediante un juicio crítico sobre los modos de vida, costumbres y educación de los habitantes, a una mirada holística de la ciudad y sus habitantes.
Seis aspectos a sacar adelante, aumentando los primeros y disminuyendo los segundos, con la participación de auténticos representantes de los verdaderos ciudadanos, y con experiencia en la administración pública; de todos los gremios organizados existentes; y de los académicos estudiosos de esos temas y de otros pertinente a ellos. Analizar en diferentes grupos cada uno de esos seis aspectos con los conocimientos requeridos y en función de los otros; y luego todos juntos, al mismo tiempo y dándoles las diferentes importancias que se hayan identificado; y en el transcurso consultarlos de verdad con los habitantes mismos.
Serían grupos de trabajo auspiciados por las universidades, los gremios y los partidos políticos; conformados por personas, si no polímatas, sí al menos con conocimientos, experiencias y experticia en las diversas materias relacionadas con las ciudades y sus ciudadanos, los que en el caso de Cali la mayoría son todavía apenas sus meros habitantes. Políticos que van a las universidades, profesores que hacen política, y habitantes que se informan para convertirse en ciudadanos, lo que de pasada también los convierte en urbanitas que gozan del clima, vegetaciones y paisajes de la ciudad, se comportan bien y respetan a los otros.
Soñando se puede despertar para vencer la ignorancia, la corrupción y la miopía con la que se ha venido manejando la ciudad desde hace décadas, en lo público y lo privado, convirtiéndola en una pesadilla; pero es preciso que lo sueñen muchos más caleños. Entonces lo prioritario es la apropiada educación de todos, para que puedan soñar, y el problema entonces es cómo lograrla pronto recurriendo a los medios de comunicación para superar la desinformación, falta de rigor y engañosas novedades, tan comunes en las redes sociales, idiotez (dejar que otros decidan que es su significado en griego) a la que ha llevado el equivocado uso de la IA.
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