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Arquitectura y construcción. 27.11.2025

               Cuando la construcción de barreras, con piedras o tierra, para proteger el fuego, y de refugios de ramas en el bosque, para protegerse del clima y de los depredadores, llevó a continuación a los primeros seres humanos a poder levantar construcciones emocionantes, como tumbas, surgió la arquitectura; luego esta desarrolló la construcción para poder levantar edificios, cada vez más grandes, para el poder, como templos, castillos y palacios. Arquitecto, constructor y ¿mago? eran una misma persona que lideraba un grupo en la Antigüedad, luego una cofradía en la Edad Media, aprendices en el Renacimiento y un reconocido pero pequeño taller de arquitectura a inicios del siglo XX.
              Pero con la Revolución Industrial, la construcción se desarrolló desde el siglo XIX por su propia cuenta, y muy aceleradamente, permitiendo que, ya en el XX, se generalizaran los caprichos banales de una construcción “moderna” que desembocó en la arquitectura espectáculo de finales del XX e inicios del XXI, que ya no emociona sino que asombra y hasta asusta, y luego aburre y hasta se desbarata. “Arquitectura” que ahora es para el poder puramente comercial del capitalismo irresponsable, o las dictaduras de facto, como Catar, sumándose a lo que pertinentemente denunció a inicios de esta década la crítica Avelina Lésper en: El fraude del arte contemporáneo, 2015.
              Como ya se lo señaló desde mediados del siglo XX, la arquitectura debe volver a ser responsable con el medio ambiente y con las ciudades en las que se implanta; y con las amenazas del cambio climático del siglo XXI, ahora es imperativo que lo sea radicalmente. Que parta de las varias condiciones geográficas del sitio como lo son su suelo, relieve, vegetación, clima y paisaje natural; y de las condiciones culturales de la historia del lugar, como lo son las construcciones preexistentes en su entorno, la conformación urbana que integran, y la infraestructura de servicios públicos disponible; más los usos, costumbres y tradiciones de sus habitantes, tanto los viejos como los nuevos.
              Sería una nueva arquitectura regenerativa que además de partir de lo que ya hay en el sitio mismo, y de considerar el lugar que dicho sitio ocupa en la calle y la ciudad, utilice para su oportuna realización materiales, componentes y partes de la construcción cuya huella ecológica sea la mejor posible, y para construcciones que sean reutilizables, ya que los edificios deberán ser fácilmente remodelables, incluso para cambiar sus usos, y no demolerlos para hacer otros totalmente nuevos. Materiales, componentes y partes que cuando sin remedio toque demoler, sean reciclables y no que no se conviertan en desperdicios inútiles y contaminantes; en mera basura fea y acumulada.
              De ahí replantear en los programas de arquitectura la enseñanza de su historia, la que debe incluir la de su construcción para que sean complementarias, permitiendo el aprendizaje de una arquitectura regenerativa en las universidades, considerando que desde hace décadas ya no se puede hacer trabajando con grandes arquitectos. Y oficializar las pasantías en oficinas de arquitectura, visitas a obras paradigmáticas y viajes de estudio a otras ciudades, para acceder al titulo que permita su práctica profesional; y esta hacerla en grupos interdisciplinarios, aun cuando no sean permanentes, y no recurriendo a contratistas independientes y distintos cada vez.

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