Ir al contenido principal

Emociones en casa. 23.12.2020

     Toda casa, independientemente de su tamaño o costo, genera muchas emociones y entre ellas están las estéticas al llegar, entrar, circular, estar y mirar afuera. Es esa suave y agradable pero pasajera alteración del ánimo acompañada de una leve conmoción somática y expectante, ya sea fuerte o apenas sutil, precisamente la que todas las buenas casas brindan mucho más a sus moradores permanentes todo el tiempo principalmente con todos sus cambios de imágenes, sonidos y olores.

    Al llegar a una vieja casa de hacienda en el valle alto del río Cauca, la alameda que conduce a ella en el plan o la cuesta que sube hasta ella, con la cordillera atrás, mucho emocionan, y de nuevo hay emoción cuando se sale al corredor frontal y se mira hacia abajo o hacia donde se ha llegado.

    Y en cualquier calle de un pueblo o ciudad cualquiera, llegar a una casa bella o a un edificio ídem también es emocionante sobre todo por el diseño de su entrada incluyendo su ornamentación.

    Al ingresar en las casas urbanas de antes y en algunas verdaderamente posmodernas de ahora, su puerta de entrada -su tamaño y material- y a continuación su largo zaguán, con contraportón si lo tiene, o su vestíbulo, grande o pequeño, emocionan y anuncian las otras emociones que se van a encontrar más adelante. Y hasta un pequeño espacio después de entrar, antes de llegar a la sala, también logra emocionar sutilmente, y más si tiene un gran espejo o un buen cuadro.

   Al circular en una casa, de un espacio a otro atravesando vanos o cruzando pasillos y corredores o espacios definidos por los muebles, son sus características arquitectónicas, su mobiliario y su ornamentación lo que emociona a través de todos los sentidos: lo que se ve, oye, huele y toca e incluso lo que se prevé que se va a gustar, percepciones todas que cambian mucho a lo largo del día a la noche, de las hora de lluvia o sol, y sobre todo con las estaciones cuando las hay.

   Pero es al estar en los diferentes espacios de una casa cuando todo lo que “se ve, oye, huele y toca o prevé que se va a gustar”, es básico para que emocionen, para lo cual deben ser de diferente en tamaño y proporciones aunque no mucho y asusten, y según cada caso, como una habitación en penumbra y silenciosa, un luminoso y callado estudio, una sala ocupada con música, risas y conversaciones, o una cocina con ricos olores, y no uniformar tontamente suelos, muros y cielos.

    Y al mirar hacia afuera de la casa y disfrutar de las diferentes vistas hacia el campo, o a la calle, las plazas y parques de la ciudad y los paisajes que las rodean, sí que emocionan, y aún más si la mirada está acompañada de lo que se oye, huele, come, bebe o fuma en cada momento, para lo cual más que sólo ventanas, pero si son de vidrios fijos, se precisan profundos balcones, amplios corredores, cómodas terrazas, abiertas azoteas o en su defecto contar con altos miradores.

   Una casa que no emocione no es una verdadera casa, y hasta las más pequeñas o menos costosas lo pueden procurar y a veces mucho. Es lo que no perciben los que las habitan, que no viven, encerrados sin vistas, ni patios, ni fragancias, ni sabores y sólo el ruido propio del aire acondicionado, que por lo demás no elimina los abusivos ruidos ajenos del vecindario. Son casas malas que son una pesadilla no un bello sueño proporcionado por las emociones que brinda una buena casa.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasos pompeyanos. 05.02.2015

          Ya los romanos los usaban, como en Pompeya, de donde toman su nombre, para cruzar sus calles sin mancharse con la inmundicia y el barro . Pero ahora y aquí, el que se ha dicho que se hará al final del Paseo Bolívar definitivamente es un paso adelante en esta ciudad sin andenes por donde pasear y ni siquiera caminar. Decir que un semáforo allí causará trancones viales es exagerado aunque por supuesto no existirían nunca si estuviera unido con el anterior y el siguiente, generando por la Avenida 2º Norte una “ola verde”, es decir una serie de semáforos coordinados para permitir el flujo continuo del tránsito rodado sobre varias intersecciones en una misma dirección . Pero mejor seria el hundimiento de la Avenida desde el edificio Las Ceibas hasta el Conservatorio, y prolongar el puente peatonal del CAM hasta donde hoy está la Plazoleta de la caleñidad, ya propuestos por Sara María Giraldo, Heinz von Halle y el autor de esta co...

El estado de la cuestión. 21.02.2024

 Se trata de la base teórica sobre la que se sustenta un escrito, o que se rebate en su desarrollo posterior, y que forma parte del mismo. Pero si bien es lo ético en una columna de opinión, debería ser obligatorio en toda propuesta para la ciudad, lo que no suele suceder en Cali en donde cada cuatro años cada nuevo Gobierno Municipal simplemente ignora las propuestas de los anteriores e improvisa otras. Es lo que ahora hay que evitar en el caso del interés actual por el Centro de la ciudad o la propuesta para el Tren de cercanías, la que primero que todo se debería sustentar en la conformación del Área Metropolitana de la ciudad a partir de la que de hecho ya existe. El Área Metropolitana es la que engloba una ciudad principal (la metrópolis) que le da su nombre, y una serie de ciudades dormitorio, industriales, comerciales o de servicios (Wikipedia). Por eso la de Cali no se debe confundir con la región de ciudades del valle alto del rio Cauca, que se extiende de la Virginia a Sa...

‘La mansión’. 01.07.2020

Los ‘tiempos gloriosos’ de la casa solariega de la aristocrática familia Von Dranitz en el Este de Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial, es como Anne Jacobs subtitula a propósito su novela de 2017, pese a que se desarrolla mucho más en los que no lo fueron para nada durante la guerra y después hasta la reunificación de Alemania en 1989. Largos y diferentes tiempos que sin embargo recuerdan siempre ‘La arquitectura del poder’ (como titula Deyan Sudjic su libro de 2005 sobre este tema) comenzando por la portada de la edición en español de ‘La mansión’ que sin querer queriendo muestra un palacete como símbolo de una heredad en lugar de una gran casa señorial en el campo. Además uno de sus personajes, el joven Kacpar Woronsky, es el retrato de la apasionada relación de todo arquitecto que lo sea de verdad con su oficio/arte y sus clientes/mecenas. Hacia “planos, vistas laterales, la perspectiva delantera de un edificio ultramoderno [y] sus ideas eran originales, a veces alocadas, pe...