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Cali lo necesita. 17.08.2000


A falta de uno bueno hay doce candidatos "malos" para la alcaldía. Todo un sospechoso enjambre. ¿Porqué quieren serlo de una ciudad con los problemas de esta? Como escribiera en días pasados Oscar López Pulecio, no existe el alcalde ideal. El mejor es el menos malo y afortunadamente casi siempre hay uno menos malo: Cali lo necesita. Hay que identificarlo. Uno que aparte de tener un concepto claro sobre el POT, entienda que su oficio es hacer que el día a día de la vida ciudadana sea más digno, fácil, amable, seguro y significativo.
          Que castigue duramente a los que se pasen el semáforo en rojo; que recupere los andenes para los peatones y que a estos los discipline para que crucen por las esquinas. Que experimente el placer de poder caminar por calles liberadas de la atarvanería de los que aquí manejan carro como si nunca hubieran tenido uno. Que suspenda la estupidez de llenar la ciudad de "reductores de velocidad" que la gente reclama pues el haberla dejado sin semáforos la ha vuelto imposible para los peatones. Que ponga semáforos sincronizados. Que restrinja la circulación de carros particulares por el centro y que regularice sus calzadas a dos carriles, uno para circular y otro para parar, y que agregue toda la superficie sobrante a los andenes para que los peatones no se tengan que bajar a la calzada arriesgando sus vidas. Que haga ciudad para la gente y no sólo para los carros. Que suspenda la rumba desenfrenada y escandalosa después de las 12 de la noche hasta que los caleños aprendan a divertirse sin perturbar a los demás, y que silencie la ciudad el resto del día. Que prohíba pitar por todo y para todo. Que la limpie.
          Que no deje invadir los antejardines y mucho menos construirlos. Que construya parques, colegios y bibliotecas que sean también bellos. Que elimine para siempre los pasacalles y propagandas que tapan los cielos y cerros de la ciudad. Que prohíba los estúpidos, feos e inútiles avisos comerciales que invaden las calles y las vidas. Que haga verdaderos monumentos con artistas verdaderos y de bronce de verdad. Que recupere los espacios públicos y promueva concursos de arquitectura para sus diseños y licitaciones limpias para su construcción. Que instaure una reglamentación urbana corta, lógica, sencilla, taxativa y permanente.
          Que se preocupe de que los servicios públicos sean continuos, eficientes y económicos y no de si son públicos o privados. Incluyendo por supuesto el transporte masivo, la seguridad, la educación, la recreación, la salud y la vivienda. Aunque mejor sería decir los barrios pues el déficit de vivienda lo es en mayor grado de "ciudad". Que organice las finanzas públicas y la administración municipal. Que procure la creación del Área Metropolitana de Cali, incluyendo parte de todos los municipios colindantes, independiente del Departamento Del Valle. Que sueñe al menos con que este pueblo grande hay que volverlo una verdadera ciudad como lo era la pequeña y bella capital de hace medio siglo. Que no sonría tontamente siempre como si aquí no hubiera pasado nada.
          En pocas palabras que tenga una idea clara y culta de lo que es una ciudad, y el entendimiento de que, en tanto que artefacto, es tan importante como su situación económica, social y política (polis: ciudad: política) y que influye decisivamente en ellas. Que tenga el mejor equipo de trabajo y la imaginación, autoridad y valor civil para realizar sus programas. Que sepa negociar con los politiqueros para que no le entraben sus iniciativas pero que los denuncie. Cali no resiste más improvisaciones: precisa urgentemente un alcalde honrado y preparado para serlo. Alguien que pueda presentarles a los caleños el proyecto coherente de una verdadera ciudad pues peligrosamente se están acostumbrando a no tenerla. Dos millones de habitantes sin educación, trabajo ni ciudad es, sin mayores dudas, una verdadera bomba de tiempo. Y, desde ya, hay que buscar que su reelección sea posible: si la merece. Los que vivimos en Cali lo necesitamos. No podemos dejar nuevamente en manos de una minoría clientelista nuestra vida en la ciudad. No hay que buscar el alcalde ideal, pero si uno con un ideal de ciudad. Cali lo necesita.

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