La ministra nos recuerda que Vivaldi no
es colombiano, pero su música ¿es extranjera? Dice media verdad a medias cuando
dice que el Jazz y la opera son extranjeros. Pero se engaña si cree que los
vallenatos no lo son al menos en parte: se cantan en un idioma
"extranjero" se acompañan con instrumentos de origen europeo,
africano e indígena y hablan de lo que
le pasa a todo el mundo en todo el mundo; y los escuchan, comentan y escriben
de ellos y hasta los bailan (lo que no es muy vallenato) muchos bogotanos que
para la costa caribe, donde se originan y practican, vienen a ser casi como
esos muchos otros extranjeros que los escuchan aquí y fuera del país. No; lo
único colombiano en todo esto -aparte del insípido tejo y el universal ajiaco-
son las desafortunadas afirmaciones de esta ministra, que parece serlo de
Chávez, cuando antepone excluyentemente lo culto a lo popular y lo universal a
lo regional, que confunde con el país, ignorando su pluralidad cultural -y no
solo la de carácter regional- consagrada por la Constitución. El joropo ¿es
colombiano o venezolano? La maravillosa música negra del Pacifico ¿es vallecaucana?
De seguir así se tendría que prohibir la enseñanza de lenguas extranjeras en
los colegios públicos y de las ciencias pues todas lo son. Y por supuesto solo
historia y geografía de Colombia. ¿Solo colegios colombianos? ¿Solo
colombianos?
Esta muy bien que el Ministerio de Cultura de Colombia solo
financie la cultura colombiana: es decir los vallenatos hechos aquí... la opera
hecha aquí, los festivales de jazz hechos aquí !Vivaldi interpretado aquí! los
joropos de la parte de acá del Llano y que no continúe regalando a los
extranjeros tesoros indígenas que ni siquiera son "nuestros". ¿Por
que la ministra no se ocupa de la
repatriación del tesoro quimbaya (será porque no es colombiano) y de las tumbas
precolombinas que se siguen sacando enteras al extranjero? Preocupa lo que
piense de la arquitectura colonial --que ante la mirada ciega del gobierno
desaparece todos los días (junto con la republicana y hasta moderna) de la
cultura colombiana y con ella las ciudades tradicionales a pesar de que es, con
la lengua y la religión, lo más antiguo, extendido y protuberante de ella--
cuando se entere que fue impuesta por el Imperio Español (y además) en toda
América, como dijo hace muchos años Fernando Chueca Goitia (Invariantes
castizos de la Arquitectura Española-Invariantes en la Arquitectura
Hispanoamericana ) desafortunadamente para la ministra un extranjero para más
señas español. Obviamente ignorara que incluso en sociedades con arraigadas
tradiciones, el urbanismo y la
arquitectura de la ciudad occidental, hoy ya varias veces milenaria,
evolucionan para bien o para mal con frecuencia a partir de influencias
extranjeras. Así lo expresa Eduardo Mangada, otro español: "Como siempre
ha sido, con sus compañeras la música o la pintura, para presentar la carta de
identidad del invasor o colonizado o como respuesta educada del huésped que
quiere recrear un ambiente próximo al visitante ilustre […] Ni demoníaca, ni
angelical, ni importada, solo viajera y sin fronteras, como debe ser en un
mundo cada vez más plano." (Viajera y sin fronteras.. A&V Nº 16)
¿Que
es lo colombiano? Para la ministra es simple: es lo que es de aquí según ella
(cuantos aquís hay en este país) que confunde sus opiniones personales con la
política cultural del Estado. Su mentalidad es de esas que en Colombia han
contribuido a su chauvinismo, intolerancia, atraso y aislamiento y en ultimas a
su violencia. Es otra forma de violencia. La cultura no es para ella la gran
variedad de cosas (la lista es larga) que se han hecho y se hacen en las muchas
comunidades diversas del país, incluyendo a los que tienen que ver más con
Vivaldi que con los vallenatos, sino lo que hay que hacer en él según la
opinión desde el poder de un gobernante; como Pol Pot que abandonó los
maravillosos templos antiguos de Angkor (patrimonio de la humanidad)
simplemente porque odiaba las ciudades, según lo recuerda Jean-Louis Margolin
(El libro negro del comunismo ) otro extranjero, esta vez francés. Menos mal
que no ha dicho la ministra (todavía) que piensa que debe ser la cultura:
cualquier señora (o señor) puede decir lo que piensa pero un ministro (o
ministra) debería pensar lo que dice.
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