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El arte del festival. 28.08.2003


Después de varios intentos de Carlos Jiménez y otros, al fin hay una polémica alrededor del festival internacional de arte de Cali, que como tantas otras cosas en esta ciudad esta en mora de ser revaluado o por lo menos de que se discuta esa posibilidad. Lamentablemente aquí somos tan complacientes que pocos parecen darse cuenta de la necesidad de la critica para salir de la mediocridad o nada menos que para mejorar. Hay que recordarles que siempre es positiva pues como lo saben los científicos permite acercarse a la explicación de las cosas, impide la repetición o arbitrariedad de los artistas y le facilita al publico entender el arte.
          Inicialmente el festival era una popular y animada celebración de todas las artes. Hoy prefieren privilegiar la literatura y sin embargo los escritores y poetas locales se sienten excluidos. El premio mas parece un evento social manejado al antojo de sus organizadores, como si fuera de ellos, con la peregrina idea de que su prestigio radica en la cantidad de dinero que comporta y en la presencia física del premiado y no en la importancia real nacional e internacional del evento. También se ha argumentado con toda la razón que esos fondos podrían tener un mejor uso para la cultura en Cali.
          Pero es preocupante que desde el inicio del festival lo que hoy mas importa en las ciudades de todo el mundo, que son tales, cual es su calidad urbana y arquitectónica, nunca haya sido considerado por sus organizadores o sus críticos (con la excepción de Jiménez) pues siguen siendo ciegos a la suya, como lo son esos caleños que piensan  que una persona que no puede ver la abrumadora y creciente feura de su ciudad pueda ser su alcalde. Cosa por supuesto entendible en esta república de presidentes-poetas, como dice Malcom Deas (Del poder y la gramática…), pues solo hasta hace poco la critica, precisamente, nos ha permitido ver su inconveniencia y fracaso.
          No es curioso, entonces, que unos ciudadanos que se oponen a la reelección de sus funcionarios públicos con la perversa idea de que ya que todos roban que lo hagan por turnos, prefieran por lo contrario, y por que en el fondo la cultura no les importa, que se eternicen las mujeres que la manejan, pues no es casualidad que en esta sociedad tan machista lo sean casi siempre. Otra cosa, desde luego, es que muchas de ellas hayan dado la talla. Pero se las mantiene en sus cargos no por buenas sino por que aparte de que la cultura casi no mueve contratos, para la mayoría de nuestros incultos políticos eso es asunto de señoras y gays igual que el fútbol lo es de hombres.
          Bienvenido pues el debate. Que se pronuncien los candidatos a la alcaldía. Evaluemos cómo se financia y maneja este certamen público para que lo sea mas y con oportunidades para otros enfoques y personas; para otras artes. Sobre todo para la ciudad como esa obra de arte colectivo que a juicio de Lewis Mumford (La Cultura de las Ciudades ) es con la lengua la mayor creación del hombre. Al arte de la ciudad se suma la arquitectura, la escultura, la pintura, el diseño y las artesanías. En ellas se desarrollan la novela, el teatro, la poesía y el ensayo, la música, la opera y la danza; el cine, el circo, los espectáculos y los deportes;  la ciencia, la filosofía y las religiones y magias. Y, claro esta, los festivales de verdad en ciudades de verdad.

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