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El descuaderne. 01.11.2001


Cuando aparece un hueco y pasan días sin que lo arreglen, un particular pala en mano lo medio tapa y pide su correspondiente retribución a los conductores; a veces también usa la pala para exigirla. Cuando un semáforo se daña, un particular, pito en mano, o sin él, se encarga de ordenar el transito y cobra a los automovilistas. Desempleadas "barren" las calles y pretenden que les paguen por ello. Ante la indiferencia criminal de las autoridades, la comunidad hecha mano a su bolsillo y pone barreras de tierra en los cruces peligrosos para evitar más accidentes mortales. Cualquiera "prohíbe" estacionar frente a su almacén y se apropia del antejardín para volverlo su parqueadero "exclusivo". Si se pide permiso dicen siempre que no pero sin permiso todo se hace. Nadie paga pero es difícil pagar. Como el Estado roba a la gente, la gente lo roba. Los políticos lo son poco pero en cambio son muy corruptos. Hay un cuidador de carros por cada carro pero se los roban cada vez más. Como poco se cogen los ladrones, en los barrios ponen escandalosas sirenas y los cazan y castigan fuertemente. En fin, se arman autodefensas.
          Es la suplantación de un Estado débil cuyo ejército solo ahora parece dedicado a lo suyo, pero cuando está por obtener una victoria (que muchos creen imposible por que si) lo paran, por razones humanitarias, pero sus generales en lugar de obedecer renuncian aparatosamente. Cada tanto dicen que media guerrilla se va a rendir o será aniquilada y después se sabe que se escaparon de nuevo por entre sus dedos. Supuestos universitarios asesinan policías con "papas explosivas " y sus profesores los disculpan. La policía, que pertenece a las Fuerzas Armadas y no al gobierno civil, descuida las ciudades mientras resiste valerosa pero inútilmente en los pueblos los ataques terroristas de la guerrilla, con el resultado de que son destruidos. La subversión recluta a la fuerza ilusos o necesitados adolescentes y se ensaña, a nombre del pueblo, que la rechaza, con los más afectados por la falta de trabajo, los que no pueden irse ni defenderse. Nos amenazan con que si no se prolonga la zona de distensión habrá guerra, como si no la hubiera ya pese a que mata "apenas" la cuarta parte de colombianos que los accidentes de tránsito pero muchísimos más que las drogas que combate. La violencia, alimentada por la iniquidad, impide el desarrollo democrático, social y económico que eliminaría sus causas.
          Para alcanzar al menos una imagen moderna se destruyeron muchas ciudades tradicionales, pero sólo se permitió votar a las mujeres en 1957 pese a que, como dice Fernando Savater, la forma más segura de impedir que una sociedad se modernice es mantenerlas sujetas a la reproducción (sí, como los Talibán). Equivocadamente se creyeron ciertas desafortunadas analogías que llevaron a pensar simplistamente la ciudad con corazón, pulmones y arterias, dándole a los carros -y no a los peatones- la mayor importancia, por lo que se destruyeron las viejas calles para convertirlas en ineficientes vías al lado de las cuales crece ese inmenso territorio kitsch  que ha reemplazado lo que hasta hace poco fue verdadera ciudad.
          Preferimos los medios a los fines. Los documentos públicos se llenan de absurdos sellos y contra sellos multicolores, anticuadas huellas dactilares y rúbricas elaboradas y orgullosas, pero vanas, con los que se cree hacer justicia o evitar la trampa. Creemos en repartir tierras malas para que los campesinos lo sigan siendo, en lugar de conocimientos para que puedan dejar de ser pobres y tantos, pues los problemas actuales en las ciudades, a donde se trasladan cada vez en mayor cantidad, desplazados o por cuenta propia, no son cuento. Ignoramos la superpoblación, no practicamos la ecoeficiencia y abandonamos la educación. Paralizados por el miedo, como dijo hace un tiempo Luis Guillermo Restrepo, muchos no dicen lo que piensan; y  otros no toleran discutir lo que afirman. Pero eso si, diariamente las mismas noticias horribles pero intrascendentes acompañadas de montones de imágenes morbosas a todo color de violencia "moderada" real o inventada que poco informan y analizan.


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