Con este titulo publiqué el 20 de junio
de 1983 en el periódico "Lunes de por medio" de la Universidad del
Valle el siguiente articulo:
"La
carencia de cultura urbana en las ciudades colombianas es abrumadora. Abarca
desde la carencia de servicios y vivienda, hasta el comportamiento cotidiano,
tanto en los vecindarios como en los espacios públicos, pasando por la
permanente improvisación de las autoridades. Los racionamientos de energía y
las inundaciones, los tugurios y la ausencia de parques, la indisciplina social
y el vandalismo, aumentan cada día y al lado de la imagen física participan en
la caracterización de nuestras ciudades.
La
explicación es clara: éste era hasta hace pocos años un país rural. Ahora trata
de ser urbano. Lo reciente del proceso de urbanización no ha dado tiempo para
la formación de una cultura urbana y el rápido crecimiento de los asentamientos
desborda todos los planes de equipamiento.
Desde
luego la Universidad también se encuentra inmersa en esta situación. No hay cupos
ni presupuestos suficientes. La docencia y la investigación se improvisan y los
universitarios, olvidando ese aforismo tan caro a ellos de que "las cosas
deben ser del que las necesita", no sólo usan mal Su Universidad, sino que
la destruyen con una incidencia comparable a la de los sectores más marginados
de la sociedad, con la diferencia de que esto es imperdonable en aquellos a los
que el esfuerzo de todos les permite el acceso a estos centros que, como con
tanta frecuencia nos lo recuerdan, son "centros de cultura". Tal
parece a veces que en la Universidad no están los que realmente la necesitan o
que, definitivamente, no sirve para nada y por lo tanto no hay motivos para
cuidarla.
Posiblemente
lo que pasa es que hay un poco de todo esto, es decir carencia de cultura
urbana. De todos: desde las directivas megalomaníacas que se inventaron la
"Ciudad Universitaria de Meléndez" hasta los anónimos enmascarados
que confunden las piedras con las ideas. Pasando, claro está, por el estamento
profesoral, el más estable de todos, razón por la cual quizás ha desarrollado
la habilidad de no comprometerse con nada para poder subsistir en la
Universidad.
Cuidemos
nuestra Universidad. Es fácil. Pensemos que es nuestra y que pasamos en ella
muchas horas al día y una importante etapa de nuestra vida, a veces toda.
Hagámosla más agradable: para enseñar y para aprender, para trabajar y para
descansar. Para estar a favor o en contra. Las ideas no se radicalizan porque
se produzcan en un ambiente deteriorado y desagradable y por el contrario
tienen más fácil difusión y discusión en un medio apropiado. El nuestro ya de
por sí es bastante precario. Tratemos de mejorarlo urbanizándolo y pensemos que
la Urbanidad no es un problema de "Maneras" sino de Urbanismo; Normas
para poder convivir en la ciudad."
¡Que
poco han cambiado las cosas! Casi 20 años después todo sigue no igual si no
peor, no solo en la Universidad del Valle si no en Cali. Más deterioro, más
mugre, más desorden. Ni siquiera se puede decir que ahora si hay quien al menos
se ocupe de estos temas. Tal parece que es como si en el trópico no pasara el
tiempo; como si solo discurriera en el sentido de fluir pero no,
lamentablemente, en el de reflexionar. Sin embargo, como nunca dejará de ser
valido cuidar nuestras ciudades y universidades, en la medida en que son
nuestras y vivimos en ellas, hagámoslas más agradables y significativas para la
vida cotidiana. Razonemos que la urbanidad y el urbanismo son normas para
convivir. Este ya es un país urbano, casi el 80% de los colombianos vivimos en
sus ciudades: necesitamos todos los días mejorar la calidad de vida en ellas.
Hay que insistir, para que dentro de 20 años sean distintas: más amables, más
bellas.
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