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El edificio Belmonte. 17.01.2002


"El buen gusto aprendido resulta de peor gusto que el mal gusto espontáneo" decía Nicolás Gómez Dávila (Escolios a un texto implícito. 1977). Pero aunque muchos puedan saber perfectamente qué es de mal gusto y nadie teme individualizarlo y predicarlo, nadie, como dice Umberto Eco, es capaz de definirlo (Storia della bellezza , 2004)*; característica, además -es importante- que Benedetto Croce considera típica del arte. Harold Bloom sostiene, por su lado, que los valores estéticos se pueden experimentar o reconocer pero que no es posible trasmitirlos a los que son incapaces de captar sus sensaciones y percepciones (The Western Canon: The Books and School of the Ages., 1994). Por esto, tal vez, es que pocos creen que necesitan aprender a "mirar". Pero la belleza, si bien no puede ser demostrada al menos puede ser mostrada, como lo afirma Damian Bayon. Sin embargo, muchos piensan, igual que Bloom, que reñir por los valores estéticos nunca lleva a nada. "Entre gustos no hay disgustos" decimos en Colombia, pero no es más que otra más de las grandes mentiras nacionales, pues el hecho es que sí los hay.
            Pero tampoco es una conciencia colectiva la que crea un estilo. Como dice Ernest Gombrich, es necesario que alguien lo invente (The Story of Art, 1950 y 1989). Por ejemplo, el abate Suger "inventó" el gótico en Saint-Denis después de un proceso de selección en que se lo prefirió al románico, tal vez por que, como sugiere Christian Norberg-Shultz, desmaterializa los muros de catedrales e iglesias y a través de sus grandes y bellísimas vidrieras Dios entra finalmente al templo. Hay siempre una tensión que llama la atención, dice Gombrich, entre las redundancias esperadas de la continuidad y el nuevo paso. El problema actual es la rapidez con la que se quiere o se necesita cambiar. Lo que en la civilización egipcia permanecía durante milenios, en la nuestra, hoy en día, apenas dura lustros: vivimos en permanente transición. Pero esta no disculpa el mal gusto que produce; todo lo contrario: mas que nunca es indispensable educar el gusto.
          Como se percató el obispo Berkeley hace casi 300 años, el campo visual es altamente consciente en artistas y científicos. Los otros simplemente no "ven", por lo que tendrían que aprender a "mirar", lo que es diferente a adquirir un supuesto "buen gusto". O al menos tendrían que reconocer que no saben mirar, de la misma manera que reconocen que no saben otras cosas; nadie se avergüenza de no entender matemáticas pero casi todos creen que saben escoger un color, una textura, una forma. Y el problema es, como dice Jean-François Revel, que los malos razonamientos tienen frecuentemente como causa las malas informaciones y a partir de ahí se incrustan en la opinión y ya no hay nada que pueda desalojarlos (El conocimiento inútil, 1988). Los que no tienen gusto ni curiosidad zanjan el asunto mintiéndose que entre gustos no hay disgustos para terminar imponiéndoles a los demás su propio mal gusto, pese a que nadie se los haya pedido.
          Es necesario hacer conscientes a los que no tienen sensibilidad haciéndoles ver que lo visual es un problema tambien de ética, respeto y conocimientos. Se evitarían muchos disgustos. Como el producido por los que recientemente pintaron de colores, además muy feos, el edificio Belmonte de Cali. Construido entre 1957 y 59, en la carrera 1ª con la calle 25, es uno de los mejores de la firma de arquitectos Borrero, Zamorano y Giovanelli. Su largo volumen presenta todo un plano de quiebrasoles blancos y uniformes flotando frente a la fachada, precisamente los que fueron pintados ignorando su unidad arquitectónica, su horizontalidad y el reflejo que producen en el interior. Había la esperanza de que fuera por la Navidad, pero ahí están los colores, acompañados por una grande y agresiva valla. Es un ejemplo más, aquí, de "buen" gusto aprendido. El hecho de que el edificio sea de propiedad privada no exime que se respete que sus fachadas son públicas, de la misma manera que se espera que sus dueños respeten las buenas maneras en los lugares públicos que frecuentan: por simple educación.

*Inconsistencia entre la fecha de publicación de la columna y la fecha de publicación del libro citado, aún sin aclarar, es posible que la cita haya sido puesta posteriormente y haga referencia a un libro anterior de Humberto Eco. 


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