"El buen gusto aprendido resulta de peor gusto que el mal
gusto espontáneo" decía Nicolás Gómez Dávila (Escolios a un texto implícito. 1977). Pero aunque muchos puedan
saber perfectamente qué es de mal gusto y nadie teme individualizarlo y
predicarlo, nadie, como dice Umberto Eco, es capaz de definirlo (Storia della bellezza , 2004)*;
característica, además -es importante- que Benedetto Croce considera típica del
arte. Harold Bloom sostiene, por su lado, que los valores estéticos se pueden
experimentar o reconocer pero que no es posible trasmitirlos a los que son
incapaces de captar sus sensaciones y percepciones (The Western Canon: The Books and School of the Ages., 1994). Por esto, tal vez, es que pocos
creen que necesitan aprender a "mirar". Pero la belleza, si bien no
puede ser demostrada al menos puede ser mostrada, como lo afirma Damian Bayon.
Sin embargo, muchos piensan, igual que Bloom, que reñir por los valores
estéticos nunca lleva a nada. "Entre gustos no hay disgustos" decimos
en Colombia, pero no es más que otra más de las grandes mentiras nacionales,
pues el hecho es que sí los hay.
Pero tampoco es una conciencia
colectiva la que crea un estilo. Como dice Ernest Gombrich, es necesario que
alguien lo invente (The Story of Art, 1950 y 1989). Por ejemplo, el abate
Suger "inventó" el gótico en Saint-Denis después de un proceso de
selección en que se lo prefirió al románico, tal vez por que, como sugiere
Christian Norberg-Shultz, desmaterializa los muros de catedrales e iglesias y a
través de sus grandes y bellísimas vidrieras Dios entra finalmente al templo.
Hay siempre una tensión que llama la atención, dice Gombrich, entre las
redundancias esperadas de la continuidad y el nuevo paso. El problema actual es
la rapidez con la que se quiere o se necesita cambiar. Lo que en la
civilización egipcia permanecía durante milenios, en la nuestra, hoy en día,
apenas dura lustros: vivimos en permanente transición. Pero esta no disculpa el
mal gusto que produce; todo lo contrario: mas que nunca es indispensable educar
el gusto.
Como
se percató el obispo Berkeley hace casi 300 años, el campo visual es altamente
consciente en artistas y científicos. Los otros simplemente no "ven",
por lo que tendrían que aprender a "mirar", lo que es diferente a
adquirir un supuesto "buen gusto". O al menos tendrían que reconocer
que no saben mirar, de la misma manera que reconocen que no saben otras cosas;
nadie se avergüenza de no entender matemáticas pero casi todos creen que saben
escoger un color, una textura, una forma. Y el problema es, como dice
Jean-François Revel, que los malos razonamientos tienen frecuentemente como
causa las malas informaciones y a partir de ahí se incrustan en la opinión y ya
no hay nada que pueda desalojarlos (El
conocimiento inútil, 1988). Los que no tienen gusto ni curiosidad zanjan el
asunto mintiéndose que entre gustos no hay disgustos para terminar
imponiéndoles a los demás su propio mal gusto, pese a que nadie se los haya
pedido.
Es necesario hacer conscientes a los que no tienen
sensibilidad haciéndoles ver que lo visual es un problema tambien de ética,
respeto y conocimientos. Se evitarían muchos disgustos. Como el producido por
los que recientemente pintaron de colores, además muy feos, el edificio
Belmonte de Cali. Construido entre 1957 y 59, en la carrera 1ª con la calle 25,
es uno de los mejores de la firma de arquitectos Borrero, Zamorano y
Giovanelli. Su largo volumen presenta todo un plano de quiebrasoles blancos y
uniformes flotando frente a la fachada, precisamente los que fueron pintados
ignorando su unidad arquitectónica, su horizontalidad y el reflejo que producen
en el interior. Había la esperanza de que fuera por la Navidad, pero ahí están
los colores, acompañados por una grande y agresiva valla. Es un ejemplo más,
aquí, de "buen" gusto aprendido. El hecho de que el edificio sea de
propiedad privada no exime que se respete que sus fachadas son públicas, de la
misma manera que se espera que sus dueños respeten las buenas maneras en los
lugares públicos que frecuentan: por simple educación.
*Inconsistencia entre la fecha de publicación de la columna y la fecha de publicación del libro citado, aún sin aclarar, es posible que la cita haya sido puesta posteriormente y haga referencia a un libro anterior de Humberto Eco.
*Inconsistencia entre la fecha de publicación de la columna y la fecha de publicación del libro citado, aún sin aclarar, es posible que la cita haya sido puesta posteriormente y haga referencia a un libro anterior de Humberto Eco.
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