Los hinchas del América tenían el
derecho a festejar el campeonato de su equipo como se les diera la gana. A lo
que no tienen derecho es a imponérselo a los demás. De la celebración pasaron a
la agresión. Al vandalismo, el saqueo, puñaladas y tiros. Se sabía lo que iba a
pasar pero las autoridades no estaban suficientemente preparadas para evitarlo.
Hubo un muerto, varios heridos, carros destrozados, robos.
Los
que van a la cabalgata tiene todo el derecho hacerlo como les de la gana. A lo
que no tienen derecho es a imponérselo a los demás. Pero lo único que se les
ocurre a las autoridades es variar su recorrido cada año impidiendo que se cree
una tradición y que los ciudadanos sepan que va a pasar y en donde para escoger
si van o no y si viven cerca o prefieren hacerlo en otras calles y barrios. Y
lo mismo vale para la Maratón del Río Cali, los circuitos ciclísticos y demás.
La
gente tiene derecho a rezar como lo considere. A lo que no tienen derecho los
creyentes es a imponérselo a los demás. A difundir sus cánticos a todo volumen
en cualquier parte de la ciudad. Igualmente todos tienen derecho a hacer sus
celebraciones familiares como quieran. A lo que no tienen derecho es a
imponérselo a los demás; a que los vecinos tengan que soportarlas hasta mucho
después de media noche: no nos interesan, ni tampoco sus equipos de sonido, ni
su gusto musical, ni sus chistes, ni mucho menos sus risotadas escandalosas que
no entendemos.
Los
que son felices comiendo en las llamadas tascas tienen por supuesto todo el
derecho a hacerlo. A lo que no tienen derecho sus organizadores es a
imponérselo a los demás. A molestar con su ruido y su repentina presencia masiva
a los que viven cerca ni a interferir el transito. Pero lo único que se les
ocurrió a las autoridades ante la justificada protesta de los vecinos de
Normandía fue mover el problema a otra parte. Como Simon el bobito.
Que
maravilla las ciclovías pero que mal que se altere radicalmente el transito
normal de las vías principales de la ciudad. ¿Cómo no se dan cuenta las
autoridades que en la Calle Quinta, por ejemplo, solo es posible cerrarla los
domingos, sin molestar a nadie, apenas en su largo trayecto en el sur en donde
cuenta con cuatro calzadas? Estupenda la "calle del arte" en San
Antonio si se limita a ciertas calles en donde no moleste la circulación ni los
garajes y no se perturbe con su innecesario escándalo el barrio entero.
En
Cali todos se toman el derecho a hacer lo que se les da la gana (lo que esta
muy bien) pero se sienten con el derecho
-como si fuera un deber- de imponérselo a los demás (lo que esta muy pero muy
mal), ante la impotencia de las autoridades para garantizar un mínimo de orden
que permita la convivencia de los ciudadanos que las eligen y pagan
precisamente para eso. En esta ciudad, aparte de tener que aguantar las
celebraciones de los damas, no hay ante quien quejarse con esperanzas de un
respuesta efectiva. Similar a la de años anteriores, esta vez fueron 16 muertos
a puñal o bala y 30 heridos celebrando la noche de Navidad, noche de paz.
Crear
tradiciones y mantenerlas es imprescindible: permiten a los demás saber a que
atenerse. Si a uno no le gustan los reinados pues no va (o se va de) a
Cartagena. Y así. Se ha dicho que el derecho del individuo llega hasta donde
comienza el de los otros, pero este solo es un límite claro cuando obedece a
una costumbre, una tradición. Por eso es tan delicado establecer de pronto
nuevos acontecimientos y por eso tan necesario volverlos pronto tradicionales.
Pero las tradiciones evolucionan, rebasando sus límites, o si no se acaban. Por
eso el hombre civilizado invento la Ley, para que todos sepan hasta donde
pueden ejercer su libertad, y también invento las Autoridades, para que velen
por que se cumpla la Ley.
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