Hubiera sido mejor una segunda calzada
en la carretera Palmira-Buga o, desde luego, en la congestionada y peligrosa
carretera Cali-Florida (ni siquiera tiene bermas) que hacer un tercer carril y
una nueva berma en cada una de las calzadas de La Recta. Es evidente que la
doble calzada Cali-Palmira no está congestionada y que es posiblemente la
carretera menos peligrosa del Departamento. Si, por cualquier motivo extraño,
de esos que abundan en el país, se tenia que hacer esa inversión solo ahí, es
claro que lo correcto hubiera sido, ante todo, terminar las obras que se
emprendieron hace un par de años cuando se ampliaron su bermas. Por ejemplo,
acabar el ensanche de sus puentes, o al menos retirar las grande vigas que se
prefabricaron con ese propósito pero que se abandonaron en las bermas recién
construidas con gran peligro para la circulación. Al menos se hubiera podido
terminar la demarcación y señalamiento de la vía, que hace años nunca la ha
tenido completa.
Probablemente
hubiera sido menos costoso terminar esos trabajos y hacer el cerramiento, de la
vía, para convertirla en una autopista, que construir dos nuevos carriles y dos
nuevas bermas a todo su largo. Pero al menos se ha debido aprovechar esta nueva
obra para aumentar el radio de las curvas que se dispusieron en su diseño
inicial, hace medio siglo, cuando se pensaba que no eran convenientes las
largas rectas y se consideraba que sus escasos 28 kilómetros eran una barbaridad.
Tambien se hubiera podido aprovechar para rediseñar algunos trayectos para que
no quedaran demasiado cerca de los bordes de la zona de la carretera, como va a
pasar ahora, y para bajar la alta banca de la vieja vía, y no tener que
rellenar más, ya innecesaria después de la construcción de Salvajina. Y desde
luego, habría que haber remodelado las sorpresivas curvas que se inventaron a
la entrada del CIAT y quitado las inexplicables construcciones que allí
insistieron en terminar contra toda lógica y autoridad.
Con
solo algunos de estos cambios, y por lo tanto con una inversión menor, hubiera
sido posible aumentar la velocidad de la vía y con ella su capacidad, si este
hubiera sido el problema. Pero lo único
que falta es que tampoco logren terminar estos terceros carriles cuya
construcción se acaba de comenzar. Y quien sabe cuantos años más tocara esperar
para que se resuelva el gran cuello de botella que son los puentes sobre el
Cauca, uno de ellos, el colgante, ya hace años insuficiente. Por supuesto estas
cosas a nadie interesan y vacas y burros seguirán pastando a lo largo de La
Recta, y toda clase de animales de dos o cuatro patas y vehículos insospechados
seguirán circulando por ahí como si fuera un Camino Real. Es como si las
autoridades, los ingenieros, los conductores y los contribuyentes no hubieran
circulado jamás por una autopista de verdad, o como si creyeran que a estas
cosas solo tienen derecho los ciudadanos de otras partes. Como si nos
contentáramos solo con las apariencias.
Muchos
estarán orgullosos de esas calzadas de tres carriles, únicas en Colombia en esa
longitud, pero que no pasarán de ser una pseudo autopista incompleta y mal
construida, como se puede deducir desde ahora de la actual capa de rodamiento,
la que ya tuvieron que remendar, y mal, apenas un año después de que se hiciera
casi toda de nuevo. Con la indisciplina de los conductores colombianos y la
falta de controles por parte del tránsito, no es difícil prever que La Recta,
con seis carriles, no será más rápida, pues aunque muchos no lo respeten
continuará el ridículo tope de 80 kilómetros, ni tendrá mayor capacidad, pues
no se harán completos, pero si que será más insegura. Si con la ampliación de
las bermas aumentaron considerablemente los vehículos y animales en contravia
¿cómo será con tres carriles, previsiblemente sin demarcar totalmente, además
de las bermas?
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