El nuevo Código de Transito lleva meses
vigente pero no se hacen cumplir sus normas mas importantes: no estacionar en
los andenes y cruzar por las esquinas. Por lo contrario, policías que no
merecen serlo aprovechan para cuadrar sus ingresos pidiendo las herramientas
que el mismo código prohíbe utilizar en las vías publicas y que en los carros
actuales no sirven. Y si se tienen, entonces dicen que se deben llevar en una
caja, de la cual nada dice el Código, y no en un maletín (revista Motor de El
Tiempo). Las fechas para el seguro, los impuestos o el inútil certificado de
emisión de gases son diferentes y cada año cambian. No basta con tener “pase” y
hay que tener además un certificado que lo avale.
En
Alemania y el Reino Unido los peatones paran a un paso del sardinel; en otras
partes de Europa, mas cerca; los afanosos neoyorquinos lo hacen casi encima,
cosa que no se ve en Buenos Aires ni Ciudad de México pese a que son mucho mas
grandes; pero solo los colombianos nos bajamos a la calzada y después miramos a
ver si viene un carro, y en Cali, vivos que somos (o por que toca pues no hay
andenes), de una vez caminamos por la calzada. No nos detenemos para que los
carros salgan de los garajes, ya que sus conductores no pueden vernos, sino que
nos pasamos por detrás como gallinas. Nos volamos los semáforos pero después
vamos como tortugas o paramos en la mitad de la calle para cualquier cosa
diferente a usar el celular, como lo indica la ley. Nadie apaga ese inefable
adminículo en ninguna parte. Ningún carro sigue los carriles (ni se puede). Los
motociclistas llevan el casco en la mano así tengan todas las incomodidades de
llevarlo pero ninguna de sus ventajas.
La gente sigue
pidiendo puentes peatonales y los políticos ofreciéndolos pese a que los
discapacitados, los ancianos y los que van con un coche de niños no los pueden
usar. Incluso un candidato propuso uno para cada esquina. A nadie le importa
que no tengan ascensor o que haya que subir por incomodas escaleras sin los
tres descansos que exigen las normas, o por rampas eternas, pues pocos son en
los que, contando con un desnivel del terreno, solo hay que subir o bajar por
un solo lado. La mayoría de los caleños prefiere correr debajo de ellos,
acostumbrados a hacerlo al cruzar las calles por cualquier parte. Los puentes
no dan seguridad a los peatones ni fluidez a la circulación pero son imágenes
de “progreso” y “modernidad” pese a que en ninguna ciudad decente los hay, al
menos en su centro.
Comentarios
Publicar un comentario