Liberia y Uganda, con mas 200
nacimientos por 1.000 mujeres entre 15 y 19 años, las tasas mas altas del mundo
(The Economist, 7/12/2002), o Nigeria, Camboya o Kenia, que los siguen con casi
100, tienen graves problemas; desde el Sida que ya afecta a un alto porcentaje
de su población hasta su ingreso per cápita que es de los mas bajos, además de
gobiernos inestables y urbanización acelerada. En cambio Corea del Sur, China,
Singapur, Hong Kong, por ejemplo, con una bajísima fertilidad (menos de cinco
por cada 1.000 jóvenes) están dejando rápidamente el subdesarrollo. Aunque hay
excepciones como Estados Unidos y los países nórdicos, persiste una clara
correlación entre fertilidad y subdesarrollo.
Colombia, cuya tasa
de mas de 75 esta nuevamente en aumento, como advierte Profamilia (El País,
13/12/2002), es un sangriento ejemplo de lo que pasa cuando crece la población
tan rápido y en tan grandes cantidades como paso aquí a mediados del siglo
pasado. ¿Cómo resolver su trabajo, seguridad, justicia, educación, salud,
recreación, vivienda y transporte? y en donde situar estos nuevos colombianos,
porque al revés de hace medio siglo, cuando casi todos éramos campesinos, ahora
cerca del 80 % vive en ciudades sin
haber aprendido todavía a ser ciudadanos ni a ampliarlas sin destruirlas.
Sin
embargo, mientras se pagan insólitos avisos de página entera en contra del
derecho de los homosexuales a que sus uniones sean protegidas por la ley, o en
los que se discuten en público dogmas religiosos que deberían ser asuntos
privados como indica la nueva Constitución Nacional, que consagró la libertad
de cultos, nada se informa sobre la fatal carencia de políticas de población y
poblamiento en el país. Solo ocasionalmente se dice algo sobre el aumento de la
fertilidad de sus jóvenes y solo por que la noticia es que son en muchos casos
apenas niñas, pese a que se trata de aspectos educativos y de comportamiento
que sí nos afectan a todos; como lo es la educación sexual, que debería incluir
el aspecto erótico cosa que por supuesto no ocurre. Según Profamilia en las
ciudades el 20% de las colombianas ha tenido hijos antes de los 16 años, en el
campo el 25 y entre los desplazados casi el 33. El 10% pensó en el suicidio y
el 4% lo intentó. ¿Cuántas lo cometieron? El 28% de los hogares heterosexuales
solo cuentan con la madre, y se practican cerca de 400.000 abortos por año para
peor de males obligados por el moralismo a ser tan ilegales como esas drogas
cuya producción y transito prohíben para su beneficio económico los mismos que
las toleran en sus países.
Es
como si se ignorara que La Constitución y las leyes no son para que todos
vivamos como una minoría o una supuesta mayoría quiera, sino para que gentes de
diversos orígenes, tradiciones, comportamientos, sexos, educaciones, religiones
y hasta gustos, puedan vivir en paz e interactuando creativamente entre ellas.
Es como si estuviéramos todavía en el siglo XVI, cuando los castellanos tras
conquistar el Nuevo Mundo construyeron el Imperio Español imponiendo su
religión, lengua y arquitectura, como lo evidenció hace años Fernando Chueca
Goitia (Invariantes en la Arquitectura …), y no después de la Constitución de
1991 que reconoció finalmente que aquí hay no una sino varias culturas, o sub
culturas si se quiere y afortunadamente, que tienen que respetarse entre ellas
al estar inmersas sin remedio en una civilización que ya es una sola.
Ignorar
que el crecimiento desbordado de la población afecta gravemente al país y sobre
todo a sus ciudades es una vieja hipocresía de la derecha como de la izquierda.
No haber actuado de acuerdo con las dificultades sabidas de todo orden que
implicaba cuadriplicar la población en dos generaciones y al tiempo dejar el
campo cuando todavía ni siquiera había ciudades, pues las de la Colonia se
vieron muy mermadas con la Independencia y prácticamente no las hay nuevas, fue
en extremo dañino. Pero como si no hubiera pasado nada y sin atender razones
que ya conocemos seguimos atenidos a los dogmas como en los avisos de marras.
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