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La ciudad y su cerro. 02.01.2003


         No hay muchas ciudades en el mundo con un cerro enorme como el de Cali. Los bellísimos morros de Rió de Janeiro o Hong Kong son otra cosa como también los cerros extendidos de Santiago, Caracas, Bogotá o Medellín, o los incomparables volcanes y nevados que rodean y amenazan a Quito. El de Las Tres Cruces es un cerro imponente acompañado además por el mas grande de Cristo Rey y la gran cordillera atrás en la distancia. Sus formas, colores, tonos, texturas y sombras son impactantes. Un paisaje maravilloso cuando se ven por momentos los Farallones al final de este planísimo valle.
La villa colonial que fue Santiago de Cali estaba a sus pies y su Plaza Mayor, en donde se hacía el mercado semanal y se corrían toros en las grandes celebraciones, lo tenía como telón de fondo después del “río de la ciudad”. La ecléctica pero bonita pequeña capital europeizante que la reemplazó en la primera mitad del siglo pasado, cuando se creó el Departamento del Valle del Cauca, se pasó al otro lado del río y allí creció abrazada a su cerro con amor. Aun ahora se ve al extremo de muchas calles y avenidas y son muchísimos los edificios y lugares que disfrutan de su vista. Con Cristo Rey, los Farallones y el Río Cali es (o al menos era) uno de los símbolos de la ciudad.
          Arriba de las cuatro ceibas que guardan a Bolívar (que volverán un día a ser enormes), el cerro, en todo su esplendor, marca el final del Paseo que lleva el nombre del Libertador. Cuando se transita por la Calle Quinta hacia el norte siempre está presente pero es en la subida, que precede el descenso que lleva al río, que de pronto se descubre imponente con sus cruces casi en el eje de la vía. La misma emocionante sorpresa se tiene cuando en el mismo sentido se pasa al lado del puente Alfonso López, el mas bonito de la ciudad (en donde antes estaban con dignidad los bomberos), en el cruce vial del Club Colombia. O cuando aparece repentinamente en muchas de las calles perpendiculares al río, como la que rodea al Hotel Intercontinental.
Todos los edificios de la margen derecha del río tienen una espectacular vista de las Tres Cruces al otro lado de ese sueño verde que atraviesa a Cali. Desde las plazas geminadas de su Centro Administrativo Municipal es posible verlo. Detrás de la hermosísima Torre Mudéjar aparece en la Plaza de San Francisco. Bella es la visual que se tiene hacia él desde el atrio de la Iglesia de San Antonio o, mas arriba, desde del Mirador de Belalcazar. El costado más memorable de la plazuela de La Tertulia era el cerro y en El Obelisco, en donde antes se daba la vuelta del beso y todavía se comen empanadas, estaba también presente hasta que hace no muchos años lo taparon codiciosos e insulsos edificios innecesariamente altos.
Muchísimas ciudades desde siempre se deben a sus ríos, mares o lagos pero son pocas las qué se identifican con sus cerros, como Cali y otras ciudades y pueblos colombianos. Ciudades de montaña que suelen estar en esta parte del mundo a lo largo de los largos Andes que en este país, como para que no quepa duda, se multiplican por tres para bien y para mal. Pero en general están en pequeños valles o grandes sabanas, al lado de los cerros. Solo Cali rodea el suyo.
          Viniendo del mar, después de cruzar el frió, la niebla y la cordillera, se baja hacia la ciudad en medio de sus dos imponentes cerros por el cañón de su torrentoso y limpio río. Llegando de Yumbo, Palmira, Florida, Candelaria, Pradera, Puerto Tejada y Jamundí, allí están siempre. Tener sus cerros, su río, su clima y su espectacular vegetación, es un privilegio de Cali. Pero la belleza que nos rodeaba fue tanta que nos deslumbró y nos volvimos ciegos; hablamos de ellos pero no los vemos: no advertimos las feas antenas que compiten con las Cruces y el Cristo Rey, ni su deforestación que ya es tan vieja que parece que siempre hubiera sido así, ni mucho menos la invasión que trepa por detrás.
Cómo no recordar los bellos versos de Carlos Pellicer: “Por la vista el bien y el mal nos llegan. Ojos que nada ven, almas que nada esperan.”

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