Los gobernadores, alcaldes y hasta
presidentes -pues Eduardo Santos no ha sido el único mandatario en Colombia
responsable de la destrucción de nuestro patrimonio urbano y arquitectónico-
han tenido como “justificación” levantar edificios nuevos y sobre todo la
apertura o ampliación de vías y la conformación de glorietas y cruces a dos o
mas niveles para los carros.
Pero
en los pueblos pequeños la única disculpa que les queda es el “progreso” y la
“modernización” que es lo que subyace en el accionar de nuevos bárbaros de
buena parte de los politiqueros colombianos que desafortunadamente casi siempre
elegimos como alcaldes y gobernadores populares. La tara actual de los reality
shows de nuestra pésima TV viene de tiempo atrás cuando ellos descubrieron que
lo importante ya no era ser sino parecer. Aunque ninguno a tenido el humor de
ese político brasilero cuyo lema es “vote por fulano que roba pero hace” la
mayoría casi siempre están interesados en hacer obras que les permitan decir
que hicieron algo y cobrar “el peaje” respectivo, el famoso “cvy”. Pero el
problema mas grave es que esas obras nunca se evalúan después pues en las
investigaciones que afortunadamente ahora se les inician a los funcionarios
corruptos nunca se discute la bondad de la obra misma. No nos importa lo que
hicieron sino apenas lo que se robaron.
Destruir
un parque para hacer una vulgar cancha deportiva, como hicieron con el
parque de Villanueva en La Cumbre
violando al parecer toda clase de acuerdos y leyes es precisamente típico de
estos neo bárbaros. Es difícil creer que no hubiera otro lugar pero lo que si
es seguro es que no lo buscaron. Simplemente ignoraron que en nuestros parques,
que desde los finales románticos del siglo XIX reemplazaron en la nueva
República las plazas de las poblaciones coloniales, es en donde se da la
convivencia de todos los ciudadanos, lo que propicia la democracia como se sabe
desde la antigüedad. Ciudad y democracia son inseparables; destruir la ciudad
es destruir la democracia; destruir un parque es destruir parte de la ciudad y
destruir el parque principal es destruir parte de la parte principal de la
ciudad.
En
el espacio urbano público es en donde se encuentran las diferentes
generaciones, clases sociales y oficios y profesiones que comparten una pequeña
población conformando en ella una subcultura. En las ciudades grandes el
esquema se repite aun cuando es desde luego mas complejo. En las calles,
parques y plazas de los barrios o de los pueblos se conocen gentes distintas a
las de la familia y el vecindario. En ellas los niños juegan, los viejos
charlan y las mujeres comadrean. Los jóvenes coquetean. Hay retretas. Y sobre
todo hay una tradición. Un lugar que todos reconocen y que conforma con otros
esa memoria colectiva que hace que sus vecinos se sientan de allí y no extraños
en su propia ciudad. Destruir esa memoria conduce al desarraigo que fomenta la
inseguridad y la violencia.
La gente de La Cumbre
quiere de regreso su parque con toda la razón, pues les dejaron apenas la mitad
mal cercenada del mismo. Hablar del fomento del deporte para la juventud en
este caso además de demagógico es perverso. A la miseria material que
sufren muchos colombianos se agrega así
la pobreza de espíritu de sus malos gobernantes. No es si no ver el pegote que
allí hicieron.
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