Muchos andenes en Cali podrían ser amplios,
llanos, sencillos, continuos y arborizados (como en París) y algunos con
cicloruta (como en Berlín). Por ellos se podría ir caminando o en bicicleta a
un eficiente, agradable y económico tren ligero eléctrico de superficie (como
en San Francisco) que iría de Yumbo a Jamundí por el medio de un bosque
tropical (como ni siquiera Rio de Janeiro), alimentado en las avenidas
transversales principales por buses articulados movidos con alcohol
vallecaucano, y en las demás por los mejores de los buses y busetas que
actualmente circulan por la ciudad.
Un buen sistema de transporte metropolitano nos educaría (como en México o Caracas). Pero no se trata de prescindir de los carros (como en Venecia, Brujas o Ámsterdam que nunca los tuvieron ni necesitaron) pero si que podamos volver a caminar con seguridad, rapidez, comodidad y placer por nuestras calles que son las que nos unen y civilizan aquí y en todas las ciudades (como en Buenos Aires, por ejemplo) pues las civilizaciones siempre lo han sido urbanas (como Atenas o Roma).
Los andenes son inversión social (como en Manizales). Hay que ampliarlos, nivelarlos y limpiarlos de carros, ventas, talleres, escombros, basuras, casetas, publicidad y vendedores informales, aprovechando que un verdadero sistema de transporte colectivo conlleva la recuperación las calles para la gente (como en Caracas), lo que con mejor educación ciudadana mejora la calidad de vida en las ciudades (como pasó en Bogotá). Lo demás es justicia y seguridad; y trabajo bien pagado con que cubrir vivienda, salud, educación formal y recreación…pues a veces los sueños se vuelven realidades. Pero primero hay que soñarlos.
Un buen sistema de transporte metropolitano nos educaría (como en México o Caracas). Pero no se trata de prescindir de los carros (como en Venecia, Brujas o Ámsterdam que nunca los tuvieron ni necesitaron) pero si que podamos volver a caminar con seguridad, rapidez, comodidad y placer por nuestras calles que son las que nos unen y civilizan aquí y en todas las ciudades (como en Buenos Aires, por ejemplo) pues las civilizaciones siempre lo han sido urbanas (como Atenas o Roma).
Los andenes son inversión social (como en Manizales). Hay que ampliarlos, nivelarlos y limpiarlos de carros, ventas, talleres, escombros, basuras, casetas, publicidad y vendedores informales, aprovechando que un verdadero sistema de transporte colectivo conlleva la recuperación las calles para la gente (como en Caracas), lo que con mejor educación ciudadana mejora la calidad de vida en las ciudades (como pasó en Bogotá). Lo demás es justicia y seguridad; y trabajo bien pagado con que cubrir vivienda, salud, educación formal y recreación…pues a veces los sueños se vuelven realidades. Pero primero hay que soñarlos.
Hay que invitar a los
caleños ricos a caminar por el centro aprovechando que es pequeño y el clima
benigno; y a todos a hacerlo solo por las aceras y a cruzar únicamente por las
esquinas y “cebras” (como en Londres). Sería muy caminable si tuviera andenes
anchos (como Manhattan) y contara de nuevo con calles para la gente (como en
Barcelona, Sevilla, Viena o Praga) y no solo para los carros. Calles que Cali
tuvo hasta que se metió en ellas el primer carro sin sospechar la fatal
metástasis que se produciría
En el centro podría
haber parqueaderos bajo las plazas y la circulación estar restringida (como en
Madrid). Reducir el ancho de sus calzadas haría el transito mas ordenado y
menos agresivo, liberando área para que podamos caminar soñando con una mejor
ciudad (como en Quito). Se podría terminar de peatonalizar la calle 12, desde
el Palacio Nacional -allí podría estar el despacho de la Alcaldía- hasta el nuevo
Palacio de Justicia, como se propuso para los 450 años de Cali y se insistió de
nuevo el año pasado en el Plan del Centro Global. Y la carrera 6ª, desde la
bellísima Torre Mudéjar hasta la colina de San Antonio y su ensoñadora capilla.
Los vendedores informales
(que no ambulantes) se podrían organizar en los espacios sobrantes de las
calzadas, manteniéndolos en las calles que es en donde tienen su clientela,
pero por supuesto pagando un derecho. Estarían debajo de grandes y altas
cubiertas (como en México) para que no invadan los andenes –actualmente
estrechísimos- convirtiéndolos en una pesadilla sin la tradición, belleza y
gracia de los densos y animados zocos islámicos (como los de El Cairo o
Marrakech).
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