El estudio privado que se hizo para
localizar el futuro centro de convenciones de Cali se realizó considerando lo
conveniente para su funcionamiento mas no también para la ciudad, y mucho menos
para su centro histórico. Los estudios oficiales que indican que se debería
hacer muy cerca al centro, en las viejas instalaciones de la Industria de
licores del Valle, miran por lo contrario y en primer lugar su conveniencia
allí para Cali y la región. Lo cual es clarísimo sobre todo si se piensa que va
ha ser financiado principalmente con el dinero de los contribuyentes cuyo
beneficio esta por encima de otros intereses particulares o gremiales. Y aunque
fuera una iniciativa únicamente particular, la ciudad tiene el deber de
analizar en donde es mejor para todos en el futuro.
Este pequeño detalle
fue el que también se paso por alto cuando se sacó la Universidad del Valle al
lejano sur de Cali, no urbanizado en ese entonces, lo cual solo beneficio a los
propietarios de las tierras alrededor. Estos se pudieron servir, a cambio de la
donación de un lote para la nueva sede, de la infraestructura urbana (vías,
redes de servicios, transporte publico) que tuvo que construirse hasta allá con
el dinero de los contribuyentes, y por supuesto mucho mas costosa. Lo mismo
pasó a menor escala con la CVC cuyo innecesario traslado al sur ni siquiera se
sabe a quien favoreció. Desde luego que no a la gran mayoría de los que tiene
que ir hasta su distante nuevo sitio. Para no hablar de los colegios y
universidades que con una falta patética de imaginación y cultura urbana se
trasladaron casi todos al sur, al punto de que hoy al menos unas 20.000
personas pierden una hora diaria en desplazarse hasta allá y regresar.
Pero la historia de
este despropósito es aun mas vieja y viene por lo menos desde la Independencia
cuando poco a poco los ejidos de la ciudad fueron quedando en manos particulares
hasta desaparecer del todo. Error que se agravó cuando una mal entendida
modernidad, ayudada por ese destructor de ciudades que es el automóvil
particular, arremetió contra el centro tradicional de Cali. Se puso de moda
sacar todo de allí alegando dificultades viales y de parqueo. Pero como la
centralidad urbana fue mas terca, como ha pasado siempre en todas partes, el
centro permaneció. Entonces se arremetió contra sus calles paramentadas
tradicionales con el letal plan vial que acompaño a los Juegos Panamericanos de
1971, que repercutió en su demolición arbitraria dejándolo como si hubiera sido
bombardeado.
El resultado es hoy
una ciudad de bajísima densidad desparramada, dejando amplios vacíos urbanos,
en un territorio sobre el que ni siquiera tiene autoridad pues ocupa varios
municipios y dos departamentos, y salpicada indiscriminadamente por codiciosas
“torres” innecesariamente altas y de culatas eternas. Peligrosa situación que
pasan por alto los que admiten que muy bueno que se revitalice el centro de
Cali pero contradictoriamente insisten en que sus expertos extranjeros dicen
que su centro de convenciones tiene que estar es en su sur. Nuestras ciudades
tienen desde muchísimos siglos antes de ni siquiera ser fundadas una estructura
que no se puede alterar sin graves consecuencias y que se organiza es a partir
de su centro, única parte que es de todos y de todas sus épocas y actividades.
Ahí esta el detalle.
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