Entre las muchas obras del gobierno de
Rojas Pinilla, como el aeropuerto El Dorado en Bogotá, hace medio siglo se
rectificaron y pavimentaron con concreto las carreteras de Cali a Jamundí,
Palmira, Florida y Yumbo. Esta última, que fue la primera, era paseo único y
obligado de caleños y visitantes a comer pandebono al caer la tarde o los
domingos y feriados. Pese a que se construyeron muy bien, al contrario de las
obras públicas actuales, hace unos años finalmente comenzaron a desbaratarse
después de décadas de escaso mantenimiento e incremento del trafico pesado y de
transporte de caña, para el que no estaban calculadas. Hoy, a excepción de la
que lleva a Jamundí, que fue rehecha pero cuya ampliación está aun sin
terminar, son una verdadera vergüenza y su lamentable estado origina a diario
accidentes al tratar los vehículos de esquivar los cráteres que no huecos de
los que están llenas. Accidentes que difícilmente se evitarán al llevar las
luces encendidas, como se exige ahora, sobre todo por que irresponsablemente no
se lo indica todavía en las vías del país.
La vieja carretera a
Yumbo, al menos en sus primeros tres kilómetros desde Cali, es desde hace
tiempos parte integral de la ciudad y su área metropolitana, cuya existencia es
un hecho pese a que los políticos se hagan los desentendidos pues los afectaría
en sus practicas clientelistas o corruptas. Son muchísimos los carros,
volquetas, camiones, tractomulas, taxis, buses urbanos, intermunicipales y de
cuatro colegios, motos y quien sabe cuantos vehículos varios mas que entran y
salen de los moteles (pues allí parecen estar todos como compensado el que las
universidades y colegios estén por lo contrarío en el sur), que en las horas
pico circulan hacia Dapa, las urbanizaciones de Arroyohondo y las industrias
ubicadas en los callejones Canadá Dry, Icollantas, Tissot y Caja Agraria. Para
no hablar de las bicicletas que en este país no cuentan. Pero a pesar de ser
Yumbo uno de los municipios mas ricos de Colombia, junto a Bello y Envigado,
con millonarios ingresos por impuestos prediales y de industria y comercio, no
afronta esta grave situación como si fuera un problema únicamente de Cali, el
Departamento o la Nación, que por su parte tampoco hacen nada.
Desde luego que lo se
requiere ya no es tapar huecos ni ampliar bermas sino construir una doble calzada
totalmente nueva al menos hasta la salida a Dapa, con mayores anchos, curvas
rectificadas y accesos técnicamente diseñados a los callejones mencionados. Su
valorización debería incluir a todos los beneficiados y no únicamente hasta la
cota mil, como ha sido descaradamente planteado otras veces por algunos caleños
que viven o tienen propiedades en la zona de Dapa. Y por supuesto que no sea
otro fiasco como la doble calzada a Florida, por la que se comenzó a recaudar
el peaje antes de ni siquiera comenzar las obras y se siguió cobrando por
algunos años pese a que los trabajos se abandonaron al poco tiempo. En largos
trechos las bermas fueron eliminadas junto con el descapote para la ampliación
de la calzada y así se quedo la carretera hasta hoy, única en el mundo
enmarcada por sendos huecos continuos y profundos que crean una situación de
alto riesgo para los que por allí deben circular pues no existe otra
alternativa. Un engaño mas de la tan cacareada “falla” vial del Valle.
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