Los alcaldes son cada vez mas
importantes en todas partes; incluso aquí se piensa que el de Bogotá es el
segundo puesto del país. Su política partidista, muy diferente a la de los
jefes de estado, es mucho mas cercana a sus electores y sus problemas concretos
y diarios. Se ocupan de cuestiones urbanas.
Decía Fiorello LaGuardia, el legendario Alcalde de Nueva York (1935-45),
que no había una manera “republicana” ni “demócrata” y ni siquiera “socialista”
de limpiar una calle o hacer una alcantarilla, sino una buena o una mala. Y al parecer
en esto están de acuerdo los de ciudades tan aparentemente diferentes como
Roma, Londres, Estocolmo, Berlín o París (TIME 16/05/2005). E incluso el nuevo
alcalde de Los Angeles, que se le atravesó a la reelección del anterior no solo
por que volvió mayoría la suma de sus grandes minorías latinas y negras, sino
porque tenia un plan convincente para las congestionadas calles de la ciudad,
hoy la segunda en Estados Unidos (The Economist (14/05/2005), y la de mas
automóviles por habitante en el mundo: cerca de uno por cada dos.
El nuevo y rápido
crecimiento de las ciudades ha obligado a una nueva manera de verlas. Ken
Livingstone, ex Alcalde de Londres, dice, después de participar toda una década
en su gobierno, que el peaje a los vehículos particulares que entran a su
centro es la única cosa que le ha resultado mejor de lo que esperaba en sus 33
años de vida pública. Klaus Wowereit, de Berlín, señala que aunque la situación
financiera y económica de una ciudad este mal se debe mostrar gozo por la vida,
y de ahí que la esté convirtiendo en la ciudad musical de Europa y la compare
con la Londres de los 80. Y desde luego una mejor calidad de vida no es
incompatible con la vitalidad económica, subraya Bertrand Delanoe, Alcalde de
París, pensando seguramente en la playa que cada verano instala en la orilla
derecha del Sena con arena y todo para los que no pueden irse de vacaciones.
Annika Billstrom, de Estocolmo, se ocupa de aumentar la oferta de vivienda,
preocupada de que cada vez es mas la gente que vive en las ciudades, y a Walter
Veltroni lo llaman en Roma el “plomero” por su empeño en resolver los problemas
cotidianos que suelen tener las personas en la ciudad, especialmente las solas
y viejas.
Antanas Mockus se
ocupó con éxito de la educación ciudadana de los bogotanos, mientras que
Enrique Peñalosa les mejoró el transporte colectivo y cambio la calidad del
espacio urbano público de la capital construyendo amplios y llanos andenes en
su rico norte y bonitas alamedas en su sur pobre, al que también dotó con
importantes parques, colegios y bibliotecas. ¿Que han logrado los actuales
alcaldes? Sergio Fajardo no va mal pero Luis Eduardo Garzón no podrá por
supuesto cumplir con su promesa demagógica de que en cuatro años no habría un
solo niño con hambre en Bogotá, mientras permite la salvaje ocupación de los
cerros de la ciudad y abandona varios de los logros anteriores. De los últimos
alcaldes de Cali no es sino ver; es aterradora la ceguera de los caleños para
escogerlos. Ojalá Peñalosa volviera a ser alcalde de la capital y Mockus
Presidente: lo que mas necesitamos es precisamente educación ciudadana. Y
hagamos los sacrificios, conjuros, ritos y rezos del caso para que el nuevo
alcalde de Cali no sea también sordo; porque mudo si no será ninguno.
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