Con la muy afortunada excepción de Bogotá y
en menor medida de Medellín (ahora), e incluso Bucaramanga (inicialmente), en
Colombia la elección de los alcaldes directamente por los ciudadanos ha sido un
fiasco. Para comenzar, no se los puede reelegir inmediatamente por lo que se
elimina en buena parte su razón de ser: un administrador de la ciudad que los
ciudadanos mantienen en su puesto en la medida en que su desempeño es
eficiente. En segundo lugar su periodo único es muy corto si el elegido resulta
bueno y peligrosamente largo si no lo es. No es sino ver el caso de Cali. La no
reelección inmediata de alcaldes no pasa en este país de ser un perverso e
hipócrita acuerdo tácito de los politiqueros para robar por turnos.
Desde luego no se trata de regresar
atrás, cuando los alcaldes eran nombrados por los gobernadores; simplemente
dividiríamos el problema en un numero mucho menor de candidatos (lo que no
estaría mal). Pero sí es urgente que se adopten algunos cambios como permitir
su reelección inmediata, y en este caso acortar su periodo inicial, o facilitar
su revocatoria. También seria deseable que los candidatos presentaran junto con
su nombre el de los miembros de su gabinete, y que dejaran constancia mediante
documento publico de su capital e ingresos para poderlos cotejar cuando
terminen sus funciones.
La reelección de los alcaldes ha
resultado muy buena desde hace años en muchas partes pues sencillamente permite
la puesta a prueba de sus políticas y la continuidad de las mas acertadas, así
como la terminación de las obras que acometan. Los buenos ejemplos abundan.
Narcís Serna y Pasqual Maragall en Barcelona,
Eduard Herriot en Lyon, Enrique Tierno Galvan en Madrid, Rudolph Giuliani y el
mítico Fiorello LaGuardia en Nueva York, Richard J. Daley en Chicago, Jaime Lerner en Curitiba o Mockus
y Peñalosa. Tambien es evidente la necesidad de contar con entidades fuertes e
independientes para manejar los servicios públicos y el transporte, y separar
la escogencia de sus directores de la de los alcaldes.
Pero un
replanteamiento a fondo de todo el sistema electoral solo lo puede adelantar el
Congreso por lo que su propia elección pasa a ser un asunto de primer orden. El
problema desafortunadamente es que si la mayoría los ciudadanos en el país son
incapaces de elegir a sus alcaldes, lo son aun mas cuando se trata de
seleccionar a sus Senadores y Representantes. La mayoría no sabe como hacerlo,
o no puede hacerlo, o simplemente no lo hace. Y así seguimos en manos de una
clase política cada vez mas negociante, clientelista, corrupta e ineficiente,
que se turna en su asalto al erario, “elegida” por una mínima minoría. Es
francamente grotesco.
Cuando Churchill dijo
que la democracia era el menos malo de los sistemas políticos posibles estaba
hablando de una democracia madura, como la de El Reino Unido, la primera y el
mejor modelo existente. Pero con la que nosotros contamos actualmente es muy
nueva, incompleta y apenas incipiente. Toca, pues, perfeccionarla poco a poco,
y el mejor campo para hacerlo son las ciudades, mejorando la elección y
reelección de sus Concejales y Alcaldes Populares. O su revocatoria; hacerlo
con el actual Alcalde de Cali será un buen ejemplo para todo el país: mire, vea
y firme, y cerciórese de hacerlo en una hoja debidamente sellada por la
Registraduría.
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