Metrocali y Conalvías S.A. realizaron
la semana pasada un taller dirigido a los periodistas locales para mostrarles
en que consiste la intervención forestal, mantenimiento fitosanitario,
trasplante y siembra de compensación, que se llevarán a cabo en la calle Quinta
entre carreras 52 y 82 y la carrera 100 con calle 18. Muy bueno para los
preocupados por los árboles pero inútil para los que también lo están por la
alameda. Habría que haber hecho primero un taller sobre las ciudades, su
patrimonio, medio ambiente y paisajismo. Es que no se trata apenas del
“tratamiento” de algunos árboles de ese sector ni de los nuevos árboles de
diversas especies que se van a sembrar en compensación en otras partes. Lo que
nos debería preocupar ante todo es lo que el alegre y precipitado diseño del
Mio, el que Metrocali se ha negado obstinadamente a reconsiderar, le ocasionará
a lo que queda de la alameda de la
vieja carretera a Popayán pues no la tubo en cuenta como tal ya que los árboles
solos no son lo mismo que un paseo.
Es decir, enterarnos bien de que es
lo que va a pasar con esos samanes que se comenzaron a sembrar hace mas de
medio siglo a distancias regulares a ambos lados de la calzada en los nueve
kilómetros que van del que fue el Parque de los Estudiantes, al que el Mio le
dio el puntillazo final, hasta la actual sede de la Universidad del Valle.
Cuando se construyó la carrera 15, como se llamaba la calle Quinta hasta poco
después de los Juegos Panamericanos de1971, se mantuvo la carretera, ya
bordeada por sendas filas de grandes samanes, y solo se agregaron dos nuevas
calzadas laterales de sentido único. Lamentablemente años después se empezaron
a talar para la ampliación de la vía en su trayecto de San Fernando y,
posteriormente, mas al sur, se transplantaron algunos para una segunda calzada
central pero la mayoría se seco. Y cuando pronto se tengan que ampliar las
calzadas laterales tendrán que ser removidos los que entonces se sembraron en
compensación, sumándose a los que se eliminarán o secaran ahora.
En conclusión, los
talleres con “los habitantes del sector, J.A.C. y J.A.L., Ong's, medios de
comunicación, comités ambientales, universidades y colegios, entes de control y
ciudadanos en general,” solo están enfocados al proceso de intervención de los
árboles y no a como se va a reemplazar la alameda. La regularidad de sus
samanes va ha ser alterada, como en la Avenida Sexta, y con ella desaparecerá
la última de las cinco bellísimas y largas alamedas que tenia Cali.
“Paseos con árboles de cualquier clase” y por lo tanto “lugares públicos para
pasearse”, que es como define respectivamente alameda y paseo el DRAE.
Es significativo que el taller fuera en las instalaciones del Arboreto, en la
Vía al Mar, y no en la calle Quinta donde todos habríamos abierto los ojos y
entendido que un “progreso” que implica la eliminación innecesaria de un
patrimonio de la ciudad –como lo es la alameda de la Quinta y sus árboles- no
puede ser tal. Ojalá al menos se logre que se salven muchos árboles a partir de
la carrera 52 y no como en el tramo ya asolado para el MIO en donde los
poquísimos que quedaron son una vergüenza.
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