Inseparables durante milenios, ya
escasamente tienen que ver una con el otro. Los lugares son cada vez mas
parecidos entre ellos mientras los edificios se vuelven cada vez mas simples
objetos, como lo son carros y aviones. Los suburbios del tercer mundo
occidental son cada vez mas semejantes; de México a Buenos Aires, de La Habana
a El Cairo. El mismo desorden y mugre, los mismos “cables de la luz”, la misma
proliferación de postes, la misma invasión de carros viejos y hasta los mismos
colores amarillos que anuncian las mismas ferreterías. El mismo kitsch de la arquitectura popular, que es la que se
ve pues la de los arquitectos solo la vemos los demás arquitectos de vez en
cuando en nuestras escasas revistas de arquitectura, y casi siempre son solo
versiones desafortunadas de las modas internacionales.
Sin
embargo el problema sigue siendo el de siempre pues como lo expresaban los
antiguos mayas: “De varias clases se hacen los edificios, los hay en los que
sólo puede vivir el espíritu de dios que habita en lo mas alto y su casa es
como una montaña sagrada. Los hay que
son como panales y tienen muchos cuartos alrededor de un patio, y en ellos viven
los señores en aposentos de piedra. Los hay que tienen paredes de piedra pero
sus techos son como los del bosque, hechos de ramas y hojas, y en ellos viven
los que sirven a los señores. Pero como las casas de la gente común, todos
ellos son a semejanza de la morada que primero hicieron nuestros antepasados,
con sus paredes cerradas y su techo inclinado para librarnos de la lluvia y a
su forma se hacen las casas de piedra.”
Pero
las soluciones ahora ya no son las de siempre. Son muchísimas menos y casi
siempre extrañas a la historia y geografía de cada lugar. Nosotros, por
ejemplo, que tenemos sin saberlo no pocas tradiciones urbanas, arquitectónicas
y de forma de vida de origen hispanomusulmán, nos olvidamos, con los ojos
puestos en Miami (los clientes) y en Barcelona (los jóvenes arquitectos), de
asegurar la privacidad en nuestras viviendas. Ignoramos el mandato de los
versículos 4 y 5, del capitulo XLIX de El Corán, que ilustran claramente el
sentimiento que muchos aun tenemos en estas tierras. Conocidos como “El
Santuario”, dicen así: “El interior de tu casa es un santuario: los que lo
violen llamándote cuando estás en él, faltan al respeto que deben al intérprete
del cielo. Deben esperar a que salgas de allí: la decencia lo exige.”
Los cerca de 35.000 arquitectos que hay en el país, en lugar
de ver (solamente) tanta revista española de arquitectura, deberíamos buscar
critica y colectiva soluciones para nuestras diferentes regiones. Soluciones
que consideren los asuntos mas importantes de la profesión actualmente, como
son la preeminencia urbana y la versatilidad, reciclaje, ecoeficiencia y
seguridad de los edificios, y las tendencias estéticas en el país y el mundo
que den cabida a las búsquedas generacionales de cambio e innovación. Pero solo
en la medida en que sean pertinentes a nuestra geografía (clima, topografía,
suelos y paisajes), tengan en cuenta nuestra historia (tradiciones urbanas,
arquitectónicas y constructivas) y nuestro comportamiento social (gusto,
expectativas y manera de vivir). Y bajo la premisa de que la arquitectura debe
atenerse a las normas, y ser construible y habitable; pero grata y emocionante.
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