Tiene razón Diego Martínez Lloreda:
hacerlo en el sur es un error. Por lo contrario el potencial de las viejas
instalaciones de la Industria de Licores del Valle es enorme por estar cerca al
centro tradicional de la ciudad, con el que se relacionan por el par vial del
Río Cali y por el rió mismo. Y por su fácil comunicación con el resto de la
ciudad y la región por la vía férrea y el par vial de la 25 y 26, que la
atraviesan desde Yumbo a Jamundí. Sería el inicio de una renovación urbana a
fondo de este amplio sector, de beneficio indudable para Cali. Allí, en el centro geográfico de su área
metropolitana, hay ya importantes equipamientos como la Estación Central y la
Terminal de Buses, el Cementerio Central (que debería ser un parque, como en
muchas ciudades), las bodegas del ferrocarril (nuevamente abandonadas) y el
antiguo edificio de Molinos Titán (cuya reutilización se debería acometer).
Un gran centro de
convenciones, eventos y exposiciones, y de ferias industriales y tecnológicas,
junto con otras actividades permanentes, sería clave para Cali y el Valle. Esta
ciudad es, después de Cartagena, la segunda mas solicitada para foros y
reuniones; o lo podría ser. El que pese a todo aun vengan turistas algo nos
debería decir. Además permitiría que nos llegaran espectáculos artísticos y
actividades culturales, tanto internacionales como nacionales que se presentan
en Bogotá o Medellín pero que hoy no vienen a Cali por falta de escenarios
apropiados. Serviría también para muchos eventos populares que ahora no cuentan
con espacios adecuados. Implicaría igualmente el rescate del Río Cali en esta
zona, y una oferta permanente de espacio público para la ciudad.
Sería la oportunidad
de acometer una gran obra no solo para Cali si no para el Departamento e
incluso el sur occidente del país. Debería convocar tanto a los políticos,
industriales y comerciantes como a las entidades culturales, consolidando un
proyecto económico, social y cultural estratégico para su futuro y que se
podría realizar por etapas a lo largo de la década. Es parte de la respuesta
que la región debe preparar ante la inminencia del TLC, que no puede ser otra
que la del cambio y la diversificación y no la de quedarnos como estamos, como
insisten los que están (inútil y cómodamente) en contra de que se firme el
tratado, centrados solo en sus inconvenientes (algunos validos solo en la
situación actual) y no también en sus posibilidades futuras.
El hecho de que ese
sector esté venido a menos, en lugar de desestimular el proyecto lo hace aun
mas necesario. En el redesarrollo del Centro está el futuro de Cali. La
relación costo-beneficio es allí mucho mas alta que en cualquier otro lugar de
la ciudad. Aquí como en todas las ciudades, el Centro es su parte mas
importante por ser común a los diferentes estratos socio económicos y
culturales de sus habitantes. Los proyectos para el mismo deberían ser
prioritarios pues serían detonantes de su rápida recuperación, como ocurrió en
Bogotá, para beneficio de toda la capital. Desde luego la readecuación de las
viejas instalaciones de la Licorera deberá ser objeto de un concurso
arquitectónico (tal como lo indica la ley), ojala internacional, pues parte de
su éxito se debe la calidad arquitectónica de lo que allí se haga. Es el
ejemplo de Bilbao y próximamente de Panamá.
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