Al principio se unirían árboles para
conformar refugios cónicos de ramas. Pero al cortarlos e hincarlos en el suelo
para lo que aquí llamamos bareque (estructura de madera revocada con tierra), o
embutido (revocada y además rellenada), y soportar en ellos cubiertas de palma
o paja, se dio paso a la construcción. Después se levantaron muros cargueros de
sillares o adobes y, en Europa, se extendieron entre ellos entrepisos de vigas
paralelas de madera regularmente espaciadas sobre las cuales van viguetas, mas
juntas, y, sobre estas tablas o lajas, para el piso, o que, cubiertas con
tierra, lo recibían. A las cubiertas de paja se agregaron las de lajas de
pizarra o madera sobre armaduras de madera, o falsas bóvedas como en Micenas.
La arquitectura
occidental, iniciada con la pintura de las cuevas, antecesora de la actual
ornamentación de interiores, y con túmulos que terminarían siendo enormes
pirámides, alzaría vuelo cuando en el Mediterráneo, Mesoamérica y los Andes,
una estructura tripartita de dinteles (maderos o grandes piedras), simplemente
apoyados, salvaron la luz entre machones o columnas monolíticas o de tambores.
En Grecia dio paso a los ordenes clásicos de basas, fustes, capiteles y
entablamentos, dórico (griego y romano), jónico, corintio, toscano y compuesto,
que el Renacimiento replicó. Columnas adosadas si están junto a un muro,
pilastras si son parte de el, y piederechos si son de madera o metal. Junto con
arcos, bóvedas y cúpulas llenaron el mundo romano. En la Edad Media fueron
“apuntados” los primeros, de “crucería” sobre pilares las segundas, agujas y
torres reemplazaron las terceras y los machones reforzaron los muros como
contrafuertes. Los usados aquí por
mayas, aztecas e incas, por la misma época, eran como los de Micenas, siglos
antes, pero no lo sabían.
Los españoles
fortificaron nuestro Caribe y trajeron los ladrillos, tejas de barro, tapia
pisada, cal, arcos y carpintería de lo blanco de su arquitectura mudéjar, la
que aquí se adecuaría a nuevas circunstancias, e incluso piederechos y dinteles
formaron estructuras de madera similares al “balloon framing”. Después de
nuestra Independencia fue la tradición clásica la que se privilegiaría
eclecticamente por su significado republicano. Pero pronto se impusieron los
pórticos y losas macizas o aligeradas de concreto estructural (cemento, arena y
grava reforzados con hierro) usados en todo el mundo desde finales del siglo
XIX, y últimamente se utilizan estructuras de concreto o metal con losas de
concreto, o compuestas de concreto y laminas de metal (steel deck) o, incluso,
madera.
Desde el principio las
formas (venustas), derivadas de los materiales y sistemas constructivos
(firmitas), definen la arquitectura junto con las funciones (utilitas), para
las que son seleccionados unos y otras, y la diferencian de la simple
construcción. Hecho básico que se conocía desde Mesopotamia y el antiguo
Egipto, hace varios milenios, y que recogió Vitruvio en Los diez libros de
arquitectura, pocos años antes de Cristo. Pero en el trópico Hispanoamericano
se lo olvidó hace pocas décadas cuando proliferaron los materiales y sistemas
constructivos; y las escuelas de arquitectura. Ahora llamamos arquitectura
moderna a la fatal moda de gran desarrollo técnico importado de EU e ignorancia
de las tradiciones edilicias propias, y columna a cualquier apoyo vertical.
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