Cuando hace casi un siglo se dejó una
zona a ambos costados del ferrocarril, este era tangente al pequeño casco viejo
de Cali. Pero ya hace años que la ciudad, 50 veces mas grande, se duplico al
otro lado. Harold
Banguero, Decano de Economía de la UAO, se pregunta cuanto podrá costar este corredor férreo si lo tuviéramos que comprar. Como si no
pudiera ser nuestro no nos damos cuenta de que esta franja ancha y desocupada
de terreno llano que atraviesa a Cali de sur a norte, justo por su mitad, a nivel y casi recta, entre el piedemonte y el Río Cauca,
propiedad de la Nación, ya la quisiera en el mundo cualquier ciudad.
Por allí debería pasar el eje principal del transporte
masivo (ese sí), metropolitano y regional, con un tren de cercanías y una
autopista urbana de verdad, en medio de un parque lineal y la gran alameda de
samanes propuesta ya en esta columna. Con un adecuado
e imaginativo diseño de niveles se podría evitar esa
división de la ciudad que con toda la razón le preocupaba al arquitecto Juan
Marchant que se fuera a incrementar con el tren ligero. Por lo
contrario, podría ser la oportunidad de unir solidamente las dos mitades de
Cali, lo que sería un hecho de importancia política, económica, social y
cultural.
A su largo se podrían hacer centros comerciales, escuelas y
áreas deportivas, y apartamentos económicos en lugar de mas casitas en los
municipios vecinos. Y también muchísimos edificios altos. Allí no taparían la
vista a los cerros ni la brisa fresca que baja de la cordillera, como está
sucediendo en la Circunvalación en contra de las normas actuales. O en
Arboledas con las “torres” que vendrán detrás del oprobio que se insiste en
hacer al lado de la estatua del Fundador, denunciado por Mario Fernando Prado varias
veces, los que además les taparan a sus vecinos su vista sobre la ciudad, como
ya sucedió en Normandía.
Aunque el corredor férreo es del Estado, como deberían serlo
todas las tierras en y alrededor de nuestras ciudades, y lo fueron en la
Colonia y lo son en muchas partes del mundo, en Cali se lo ignora. Pero allí
está su futuro, a partir de la Estación, el Terminal, la Licorera y Bavaría.
Con densidades altas no habría que aumentar mas el perímetro urbano, lo que
solo favorece a los terratenientes que rodean la ciudad cuando, donando unas
pocas tierras, valorizan el resto, como pasó con Univalle y ahora con el Centro
de eventos. Y de contera se unirían eficientemente estos dos importantes
equipamientos, ahora lejanos, con Cali y su área metropolitana.
No es sino ver un mapa para entender el enorme potencial del
corredor férreo para el transporte y equipamiento urbano de Cali, financiables
con la valorización, esa si real, no apenas de las áreas aledañas si no de toda
la ciudad. Sería un buen trato para todos y nadie sería perjudicado. El Estado
pone y los caleños ganan, diría Mockus. Sería otro fatal error dejarlo invadir
o privatizar, como ya está comenzando a pasar poco a poco en nuestras narices.
Pero nuestros alcaldes, secretarios y concejales no lo ven, ni le interesa a
los lideres cívicos o promotores inmobiliarios como si para ellos no fuera
también un buen negocio.
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